Pregunta de la lectora: Soy abuela. Le escribo porque estoy preocupada por el comportamiento de tres de mis nietos. Molestan a los demás niños, los agreden, se ríen y no se arrepienten de lo que hacen. A pesar de que se les dice que no lastimen a los demás, mantienen la conducta.
Respuesta de la terapeuta: Su apreciación sobre los comportamientos de sus nietos evidencia que todos han de involucrase con la finalidad de intervenir y modificar las conductas no deseadas.
Muchos padres justifican sin darse cuenta estos comportamientos diciendo que también eran así cuando pequeños, que se parecen a un tío, primo, entre otros parientes, sin percatarse de que con estos comentarios responden a una programación familiar que conduce a la normalización y justificación.
Evite transmitirles el sentimiento de derrota, frustración e impotencia, pues estas actitudes los fortalecen. Se dan cuenta de que tienen carta abierta para actuar y salirse con la suya.
Los niños parecen no tener un comportamiento empático, no reconocen el daño y el malestar que provocan, lo que los puede llevar a un comportamiento insensible y con dificultad para mostrar arrepentimiento y pedir disculpas. Si esto no ocurre los niños podrían mantener una pobre empatía en la etapa adulta.
Les invito, como personas adultas, a conversar y explorar entre ustedes qué tipo de respuestas asumen cuando observan estos comportamientos. Existen diferencias en el abordaje de la corrección. ¿Hay algún adulto que descalifique la corrección del otro? Como adultos también tienen que preguntarse cómo están modelando su capacidad empática.
Al parecer el abordaje es inadecuado y, sin duda, algún adulto podría estar reforzándolos, aunque no intencionalmente.
No se trata de culpabilizar, sí de responsabilizarlos en cuestionarse cómo han respondido, de modo que, en vez de extinguir esas conductas, las estimulan. No es justo que los demás estén atemorizados ante las agresiones ejercidas por ellos.
Además, sería importante que ustedes enseñen a los niños a reconocer el daño y el malestar que provocan a los demás. Por ejemplo, con cuestionamientos como: “Si tu hermanita llora porque le pegaste, ¿qué crees que está sintiendo?”, ¿qué puedes hacer para que no esté triste?”, “¿cómo te sientes al verla llorar?”, “¿qué piensas acerca de tu comportamiento?, “¿qué puedes hacer para no volver a golpear?
Pueden elaborar otras ideas asociadas al comportamiento de ellos que promuevan el desarrollo y fortalecimiento de la empatía.