Pregunta del lector: he tenido una infancia difícil. Mi madre me castigaba. La ayudaba con las cosas de la casa para que me quisiera. Me alegraba cuando me felicitaba por la ayuda que le ofrecía. Su pareja me golpeaba. ¿Esto puede afectar mi relación con mi pareja?
Respuesta: las relaciones con cada uno de los padres, familia extendida y las personas significativas son referentes importantes y se constituyen en arquetipos a imitar.
Los niños que son golpeados tienen a sufrir mucho, no tan solo por el dolor físico causado, sino por las implicaciones emocionales que suscita el maltrato, que muchas veces es percibido como un rechazo.
La incomprensión aparece cuando los niños reconocen que sus conductas no justifican los golpes. La confusión y el sentimiento de frustración aumentan.
Generalmente acumulan sentimientos de ira, los cuales no necesariamente se expresan directamente hacia los padres, padrastros o madrastras, sino que los redirigen hacia otras personas, por ejemplo, hacia hermanos o amigos.
Cuando son adultos la ira y la hostilidad son expresadas mayormente hacia sus parejas y sus propios hijos. Es una forma de reaccionar cuando perciben que su pareja difiere, o cuando se siente frustrados o atrapados.
Aprenden que la violencia es una forma de reaccionar y de conseguir lo que se quiere a través del uso de la fuerza física o psicológica.
Ahora bien, no quiere decir que esto perdurará. Una vez una persona reconoce que su comportamiento puede causar daño a su nueva familia, ya se plantea la posibilidad de cambio con base en una reflexión y en un cuestionamiento de lo experimentado y aprendido.
El siguiente paso es evaluar los momentos y ante cuáles situaciones su malestar aparece, y cuáles son los pensamientos anteceden a la conducta. Notará que su reacción no se relaciona con lo acontecido, que inconscientemente el fin es descargar su ira.
También podría ocurrir que durante su proceso de crecimiento y madurez haya aprendido que el maltrato no es la vía adecuada de respuestas, sino que existen otros modelos de relación, de educación, disciplina y solución de conflictos más democráticos.
Las personas que muestran comportamiento resiliente espontáneo mantienen una actitud positiva ante la vida, han superado la adversidad, se han fortalecido psicológicamente y desarrollado habilidades para afrontar los conflictos y las tensiones.
La resiliencia y la empatía son actitudes adquiridas que favorecen para que una persona preserve una relación estable.