Pregunta de la lectora: Mi pareja es posesiva. No puedo hacer nada sola, quiere acompañarme a todos lados. Me revisa el celular para ver con quién hablo y me dice que le deje leer los mensajes que me escriben si no tengo nada que ocultar. Se molesta si converso con mis amistades y con mi familia. ¿Realmente es posesividad?
Respuesta de la terapeuta: Lamentablemente existen personas que de acuerdo a su historia de vida, su fragilidad psicológica y la vulnerabilidad ante el temor al abandono, se comportan de forma posesiva.
Estas personas se caracterizan por invadir y absorber a su pareja. Consideran que la forma más efectiva de poseerla es a través de conductas de control.
La posesividad la observamos a través de control físico, emocional y psicológico. El primero remite a evitar su independencia, como por ejemplo salir a hacer visitas, ir de compras o a la peluquería, entre otras actividades.
El control emocional, se concentra en privarla de sentir y expresar sus emociones. Tiene la intención de que usted experimente las mismas emociones y sensaciones que él. No separa el yo-tú, busca imponer un nosotros disfuncional.
El control psicológico se manifiesta de la siguiente manera: si la nota pensativa quiere saber qué y en quién piensa. Podría obligarla a que le cuente. Algunas parejas suelen expresar que suponen lo que sus cónyuges piensan con la intención de que terminen contando, para provocar una reacción en el sentido de “no es lo que tu crees, estoy pensando en…”. Es una burda manipulación.
Cuando logra controlar en los diferentes niveles, consideramos que la persona se ha plegado y termina poseída, con pérdida de autonomía y con alteración de su sentido de independencia.
Gradualmente la pareja, sin darse cuenta, cede y se adapta mediante el proceso de condicionamiento. ¿Cómo ocurre? Se produce una pauta interpersonal en la que la persona controlada modifica sus comportamientos para evitar problemas.
Si muestra autonomía e independencia, la pareja reacciona con un feedback negativo. La respuesta podría ser de enojo, ataques o indiferencia, con el fin de dejar por sentado quién tiene el poder y control. Su intención es contrarrestar para que no se salga de lo que él entiende debe ser el funcionamiento para preservar lo que él considera como la estabilidad conyugal.
Convivir con una persona posesiva drena emocionalmente. Viola el derecho a ser persona y el respeto a la libertad y autonomía que les corresponden.