Consultorio De Familia

Consultorio De Familia

Soraya Lara de Mármol

Pregunta de la lectora:

Cada día me convenzo de la importancia de la salud mental. Hemos vivido de espaldas a esta realidad. Nos explotamos trabajando, alimentándonos mal y consumiendo bebidas alcohólicas como si la vida no tuviese fin.

¿Qué nos recomendaría para mantenernos mentalmente saludables?

Respuesta de la terapeuta:

Buena decisión la de aprender a cuidarse y responsabilizarse por su salud mental y física.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) se refiere a la salud como “Un estado de completo del bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.

En esta conceptualización es interesante resaltar el enfoque en el estado de bienestar, no solo en la patología. Sus comentarios están encaminados a la búsqueda, no tan solo de bienestar físico, sino también del psicológico.

Incluso, cuando se habla de depresión y ansiedad, se toman en cuenta los aspectos cognitivos y fisiológicos. Se considera que los pensamientos y las creencias activan ciertos neurotransmisores que inciden en el bienestar físico o en el malestar.

Las informaciones procesadas y los pensamientos recurrentes sobre hechos reales o imaginarios afectan la salud mental.

El cerebro no distingue si lo que está pensando es real o imaginario, solo reacciona de acuerdo a la información que se envía.

De manera que, hay que tener mucho cuidado con lo que se piensa. Los pensamientos recurrentes enfocados en el temor, la desesperanza, el miedo, las ideas que drenan y los sentimientos de desamor, entre otros, disminuyen la producción de hormonas asociadas al placer, al amor, a mantener un nivel adecuado de energía y de vinculación familiar y social.

La ciencia nos dice que la alimentación también incide significativamente en la salud.
Con relación al trabajo, en la sociedad actual el modelo económico exige, da y quita. Recompensa y explota. Lo que posiblemente abriría la puerta de un ciclo de autoexplotación personal.

Muchas personas tienden a autoexplotarse corriendo el riesgo de afectar la salud, aislarse de otras actividades placenteras e inhibir la exploración hacia otras formas de convivencia familiar y social.

Preservar la integridad psicológica y gestionar adecuadamente las emociones son retos para asumir responsablemente.

Las excusas, las justificaciones para mantenerse adaptados a la adversidad, al pesimismo y a la sensación de yo no puedo, son trampas psicológicas creadas por la persona misma, por lo tanto, también se puede cambiar el rumbo hacia el optimismo aprendido.

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