P: ¿Cómo afecta la cuarentena la salud de los envejecientes?
R: El confinamiento en casa por el COVID-19 afecta la economía de los hogares, limita la actividad física y altera el patrón de alimentación debido a la dificultad para obtener alimentos frescos y saludables.
Una disminución brusca en la actividad física dificulta el control de la glucemia, los triglicéridos y el colesterol. La suspensión de las caminatas aumenta la grasa corporal, la cual puede depositarse en el hígado (hígado graso) en las personas con peso corporal normal, y mucho más en aquellos sujetos que tienen obesidad o sobrepeso (Martínez-Ferrán, M. Nutrients, mayo-2020).
En los envejecientes la prevalencia de sarcopenia (pérdida de masa muscular, con disminución de la fuerza y la actividad) es muy alta, situación que es agravada por la disminución aguda o la falta de la actividad física, ya que nuestros abuelitos no pueden realizar sus caminatas habituales durante la cuarentena, siendo una población con alto riesgo frente al coronavirus, pues muchos de ellos sufren enfermedades crónicas (obesidad, diabetes, enfermedades pulmonares, renales, hepáticas, cardiovasculares, etc).
La obesidad abdominal, frecuente en los envejecientes, es un factor de riesgo causante de resistencia a la insulina, mal control de la diabetes y síndrome metabólico debido a que hay un depósito de grasa en las células beta (productoras de insulina) del páncreas y a la liberación de substancias inflamatorias (citoquinas).
La disminución brusca de la actividad física en la tercera edad acelera el proceso del envejecimiento y la aparición de enfermedades asociadas con la edad (diabetes, hipertensión, obesidad, aumento del colesterol y los triglicéridos, etc).
Además, la recuperación de la actividad física normal es más difícil en los envejecientes que en los jóvenes.
La clave durante el confinamiento es evitar el exceso de calorías, consumiendo una dieta saludable y balanceada a base de alimentos que no afecten mucho la glucemia (granos integrales, leguminosas, frutas, verduras); pescados (atún, salmón, sardina), aves sin piel, aceite de oliva, nueces, huevo y lácteos descremados; limitando el consumo de comidas rápidas, enlatados, azúcares, bebidas gaseosas, azucaradas y alcohólicas.
Todo esto debe combinarse con caminatas dentro de la casa y el uso de pequeñas pesas para aumentar la masa muscular. El confinamiento, también, aumenta el riego de obesidad, diabetes, hígado graso, hipertensión arterial y otras enfermedades.