P. Profesor, ¿Cuál es la singularidad del Parque Nacional Punta Espada?
R. Sus farallones y sus paisajes idílicos. Sin hacer alarde de haber trabajado la mayoría de los parques nacionales dominicanos, puedo asegurar que ninguna otra Área Protegida del territorio nacional puede exhibir paisajes más grandilocuentes que el Parque Nacional Punta Espada, pues se trata de algo realmente excepcional y capaz de superar la imaginación.
En realidad el nombre más apropiado que debió identificar esta Unidad de Conservación, sería “Parque Nacional Los Farallones”, sin embargo, el nombre de “Punta Espada” es más llamativo y es el más fácil de ubicar y conocer, de ahí que decidimos ponerle esta denominación, para marcar la inflexión o la curva más espectacular, alta y hermosa de los farallones del Llano Costero Sur Oriental, más extenso de la isla La Hispaniola.
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Sus atributos naturales indescriptiblemente hermosos comienzan con una inmensa terraza o plataforma marina soliviantada, la más grande del “Procurrente de Higüey”. De hecho, se trata de una media torta de bizcocho, pero en tierra, levantándose directa y violentamente desde las aguas del Océano Atlántico, hasta alcanzar unos 60 metros de altitud (alrededor de 200 pies sobre el nivel medio del mar).
Es la cuenca visual más espectacular que se puede apreciar desde tierra, porque no tiene horizonte que interrumpa la unión o el beso que el cielo le da al mar. El día que el Ministerio de Medio Ambiente se percate de este tesoro natural que la naturaleza nos ha regalado, sin dudas, le prestaría toda la atención, construiría un teleférico sobre el eje de su farallón principal y descendería al Monumento Natural Hoyo Claro, otra de las excentricidades más impresionantes de la naturaleza, un inmenso humedal donde brotan los manantiales que recoge la alfombra de bosques de este Gran Parque Nacional.