P. Profesor, ¿Cuál fue la principal lección dejada por la Depresión Tropical?
R. Fueron 30 muertes y no 8 mil millones los daños. Es decir, los impactos irreparables se miden en función de vidas, porque la materia es recuperable, asequible, subsanable. Ante la muerte, no hay nada que hacer, sino, mirar hacia el cementerio.
Pero aún más, es que la respuesta y la lección que nos deja o pone al desnudo todo lo que ha pasado, tiene un nombre, se llama “vulnerabilidad”, lo primero a combatir frente al Cambio Climático. Lo único o el muro infranqueable hacia el porvenir que tiene la República Dominicana y la humanidad, se llama “Cambio Climático”, porque podemos acostarnos felices y en plena salud y de repente despertar en una funeraria.
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De las 30 muertes contabilizadas como balance final y no 8 mil millones, porque sumando lo uno y lo otro, la causa es la misma, el evento climático del 18 de noviembre 2023; es necesario ver que, al menos 16 de las tragedias humanas, se dieron dentro del Cinturón Verde de Santo Domingo, o mejor dicho, a la orilla de los ríos, arroyos y cañadas.
Las evidencias están ahí y nadie puede desviar la mirada hacia otro lado, porque a mí me tocó diseñar y determinar los límites del Cinturón Verde de Santo Domingo, en 1993, cuando todavía había naturaleza y la orden del Presidente Balaguer era proteger los cursos de agua, para que no haya asentamientos humanos, donde deben estar los árboles del bosque ribereño.
Fueron 16 muertes en Bellas Colinas, Arroyo Guzmán y Manoguayabo. Diez días después, en Arroyo Guzmán, Los Girasoles y Arroyo Manzano e incluso Guaricano y Río Yaguasa, todo pertenece al Cinturón Verde y a los sobrevivientes el lodo le impide volver a sus casas. ¿Se necesitan más evidencias?