P. Profesor, ¿Cuál es el problema de las torres de Alta Tensión dentro de las áreas protegidas?
R. Las Áreas Protegidas tienen diferentes categorías de manejo, dependiendo de los tesoros biológicos que poseen y los recursos o valores ecosistémicos que resguardan, sin embargo, hay una característica común a todas y es la fragilidad o sensibilidad ecológica que le es inherente, pues por el solo hecho de estar protegida, es porque de algún riesgo se le cuida.
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Actualmente hay denuncias de instalación de torres de electricidad de alta tensión que atraviesan áreas sumamente frágiles como la Reserva Científica de Dicayagua, cateoría I – UICN y en la Loma Isabel de Torres, que es un Monumento Natural, categoría III-UICN, que ponen en riesgo las comunidades biológicas que poseen y sus valores ecosistémicos, pues a pesar de ser espacios relativamente pequeños, no se justifica que se le introduzca un elemento de perturbación tan riesgoso como son las torres energéticas, que además de representar un riesgo de primer orden para la avifauna y las especies migratorias tan sensibles que atesoran, son fuentes de recursos paisajísticos de primera calidad para el turismo y la recreación.
Pero el caso de la Reserva Científica Dicayagua, es particularmente llamativo por tratarse de una de las áreas protegidas más originales que tiene el SINAP (Sistema Nacional de Áreas Protegidas), pues encierra más misterios, interrogantes, curiosidades y secretos que debemos conocer sobre el mundo de las comunidades naturales de epífitas o eco – dependientes. En este caso, se presentan fenómenos realmente extraordinarios e inexplicables desde el mismo mundo de las ciencias biológicas mejor conocidas, como la botánica, dendrología, fisiología vegetal y fitosociología de vegetación riparia o ribereña. ¿Cómo se da ese fenómeno? Nadie lo sabe a ciencia cierta.