P. Profesor, ¿le parece correcto reconstruir el histórico Pueblo de Pescadores de Las Terrenas?
R. Claro que sí. Una y mil veces sí, pero no encima de la playa.
Lo perfecto no resiste arreglos. Nadie puede agregar belleza donde ella sobra, nadie puede añadir valor a lo que no tiene precio. Agredir a la naturaleza, jamás será una actitud inteligente, elegante y sabia, mucho menos ética.
El Pueblo de Pescadores arrastra consigo una de las leyendas más hermosas de las costas dominicanas, probablemente tantas como Punta Salinas de Bahía de las Calderas y con tanto linaje, que hasta se podría equiparar a Bayahíbe; por lo que preservarlo es un deber y un compromiso con la historia…, con la cultura.
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Pueblo de Pescadores se ha quemado dos veces recientemente y no ha sido por error humano, lo ha hecho la propia naturaleza, en reclamo de que no le desfiguren el rostro, que no le resten, ni disminuyan o menoscaben su belleza. Las Terrenas es lo que más se aproxima a la perfección de la Creación…, a un verdadero “paraíso terrenal”; donde “La Tierra se ha enamorado del Mar y este le besa con tanta delicadeza, que observarles parece casi, casi…, una irreverencia”.
Allí la belleza del litoral se mide en milímetros, privilegio sin igual para los ojos humanos que logren contemplarla, donde el recuerdo adquiere tanta fuerza que ni la muerte puede borrarlo.
Todo lo que allí se haga, tiene que ser planificado, pero dándole la cara al mar, “no la espalda”.
Hay que construir Pueblo de Pescadores en la acera opuesta del peatonal, con tanta inteligencia y respeto como se ha hecho en Punta Bonita. ¡No permitamos un absurdo más…, no sigamos pecando contra DIOS, respetemos a mamá NATURA y ella nos habrá de bendecir “en abundancia”!