Profesor, ¿qué puede hacer un río cuando le quitan su cauce?
La respuesta puede resumirse en una sola palabra: “impredecible”. Valencia es una ciudad española ubicada a la orilla del mar Mediterráneo, que históricamente tuvo su centro citadino bañado por el Río Turia. Sin embargo, ante el crecimiento urbanístico y desarrollo exponencial, los planificadores de políticas públicas decidieron trasvasarlo, es decir, alterar o cambiarle el curso, para evitar que sus desbordamientos puedan afectar el tejido urbano.
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Hoy, unos 70 años después, aproximadamente, este mismo río, ante un fenómeno climático denominado “dana” (caracterizado por lluvias de gran altura), acaba de causar el mayor desastre jamás imaginado a una ciudad en España, cuando volvió a reclamar lo que es suyo y que se le había sustraído, su cauce natural. Nadie puede gobernar la naturaleza, porque ella solo obedece leyes, sus propias normas, no las que tratemos de imponerle con criterios ingenieriles.
Y a propósito de “danas”, de Valencia y España, Colombia acaba de ser declarada en emergencia climática y de desastre nacional, por las inundaciones imprevisibles e inusitadas que se están dando. Alguien tan despistado o inocente como yo, podría decir, igualito a lo que está pasando en estos momentos en República Dominicana en este mes de noviembre, o lo que acaba de pasar en la hermana isla de Cuba, con tres terremotos seguidos y en medio de un ciclón llamado “Rafael”, que pasó al Sur de Quisqueya, para cruzar por el centro de la más grande de las Antillas Mayores.
Ahora el mundo se prepara para ir a la Cumbre Mundial del Clima (Cop 29), en Azerbaiyán, donde la humanidad se prepara para rezar o financiar los impactos que el “Cambio Climático” está causando sobre la epidermis del planeta Tierra, el cual nos honra habitar, tan irrespetuosa e irresponsablemente.