Contaminación, pesca y tráfico marítimo, principales riesgos para la vida de las ballenas

Contaminación, pesca y tráfico marítimo, principales riesgos para la vida de las ballenas

La contaminación, la actividad pesquera, los choques producidos por el aumento del tráfico marítimo y los riesgos derivados del cambio climático son las principales causas que afectan a la conservación de los cetáceos, destacaron a EFE varios especialistas con motivo del Día Mundial de las Ballenas.  

Esta jornada se celebra el tercer domingo de febrero desde 1980, a instancias del activista hawaiano Greg Kauffman, creador de la fundación ‘Pacific Whale’ con el objetivo de proteger de la extinción a las ballenas jorobadas de Maui en Hawái (EE. UU.), aunque después se amplió al resto de cetáceos.  

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En 1986, la Comisión Ballenera Internacional prohibió la caza comercial de las ballenas a nivel global pero, a día de hoy, “varios países continúan con esta práctica como Japón, Rusia, Noruega o Islandia”, además de los habitantes de las islas Feroe (Dinamarca), donde “matan a cuchillo cientos de cetáceos” durante la tradicional jornada anual de Grindadrap, de origen medieval, explica el observador científico, Gorka Ocio.

Aparte de la caza directa, las ballenas enfrentan otras circunstancias como “el cambio climático, que afecta a la distribución de las especies marinas”, de modo que los ejemplares que “se dirigen hacia zonas de alimentación históricas pueden encontrarse con que sus presas ya no están allí” y deben buscar nuevas áreas para alimentarse, precisa la doctora en Biología por la Universidad española de La Laguna, Natacha Aguilar.  

Tráfico marítimo  

De acuerdo con Aguilar, las ballenas son verdaderos “ingenieros ecosistémicos” que ayudan a “mantener el equilibrio del medio marino” pero esta labor se ve amenazada entre otros factores por el incremento del tráfico marino mundial, tanto en frecuencia como en velocidad, que genera cada vez más colisiones.  

El hábitat de las ballenas coincide en el 92 % con la rutas de ese tráfico, pero “menos de un 7 % de las zonas de alto riesgo de colisión cuenta con medidas estratégicas para proteger a estos animales”, según certifica un estudio publicado en la revista Science.

Además, el ruido de las embarcaciones “aumenta la contaminación acústica” y “puede causar estrés”, entre otras cosas, por “enmascarar las señales de comunicación o alimentación” de ballenas y delfines, unas funciones biológicas vitales para ellos.

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