Suficientes motivos para el desasosiego llegan a la sociedad con los inflexibles discursos que promueven la deserción en masa de médicos de sus responsabilidades y que abogan por una ruptura instantánea, inconsulta, de las reglas del juego del sistema asegurador y asistencial encuadrados en un orden jurídico que no debe ser hecho trizas por la pretensión particular de una sola parte del todo (la de los agremiados), rebeldía contra la permanencia de auxilios sanitarios.
Puede leer: Apego a las leyes y a la realidad de los hechos
Las consignas de la lucha coinciden como música de fondo con la acometida de infecciones gripales que incluyen la influenza a las que se ha sumado un repunte de la covid-19 con variantes agresivas en paralelo con amenazas de cólera, proliferación del dengue y temores porque al doblar de la esquina pudiera aparecer un nuevo tipo de viruela. Todo augura mayores privaciones si se continúa apelando a huelgas más huelgas con incesantes proclamas de barricada y llamados al retroceso de la estatización total de la maquinaria de protección basada en una diversidad de participaciones y sostenida con el sudor de hombres y mujeres de trabajo cuyos intereses no coinciden necesariamente con los de partidos políticos que ya antes apadrinaron el hundimiento del IDSS y de otros patrimonios públicos ni con vanguardias profesionales intransigentes. La confrontación permanece en un callejón sin salida por un Gobierno que parece sugestionado, pasivo, que solo da señales de buena voluntad sin un proceder enérgico que lleve a pactar.