La Fundación Institucionalidad y Justicia (Finjus) acaba de regalarle un argumento que podría ser de gran utilidad a los diputados del PRM que se oponen a la eliminación de 53 curules en la Cámara Baja, como propone la reforma constitucional impulsada por el presidente Luis Abinader, ya que constituye un contrasentido que abre algunas interrogantes sobre el propósito de esa reforma en lo que se refiere al Congreso Nacional, considerado por muchos el primer poder del Estado.
Servio Tulio Castaños Guzmán, su vocero y Vicepresidente Ejecutivo, considera que la reforma propuesta por el presidente Abinader tiene que ser muy bien debatida ya que procura aumentar de 5 a 20 los diputados nacionales, que son designados por las cúpulas de los partidos políticos, mientras plantea reducir de manera significativa los que son electos de manera directa por la población, que gozan de mayor legitimidad y representatividad.
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Ojalá que alguno de los que trabajaron en poner sobre el papel esa reforma pueda explicarle a la Comisión Bicameral que estudia el proyecto, pero sobre todo al país que mira el juego desde la gradas entre la expectación y la desconfianza, cuál es la lógica que anima la decisión de triplicar la cantidad de legisladores inorgánicos, por los que nadie ha depositado un solo voto, pues no parece ser la de fortalecer nuestra vida democrática y mucho menos elevar la calidad de la representación de los votantes en el Congreso Nacional.
Una responsabilidad, es el momento de decirlo y recalcarlo, de los partidos políticos, que no nos ofrecen en sus boletas a los mejores candidatos, a los más capaces y comprometidos con las soluciones de los problemas de sus comunidades, sino a los que pueden financiar campañas electorales cada vez más costosas y prohibitivas para quien no posea una gran fortuna o no tenga un patrocinador que invierta en la carrera política de un legislador. ¿Cambiará eso triplicando la cantidad de diputados no electos? Lo dudo mucho.