COVID-19: ¿Cómo sería el mundo si desaparecieran los virus?

COVID-19: ¿Cómo sería el mundo si desaparecieran los virus?

Las cosas buenas que hacen los virus superan por lejos a las malas, dice el epidemiólogo Tony Goldberg.

Por BBC

Los virus parecen existir con el único propósito de crear casos en la sociedad y hacer sufrir a la humanidad.

Se han cobrado incalculables vidas durante milenios, eliminando con frecuencia grandes sectores la población mundial, desde la epidemia de influenza de 1918 que mató a entre 50 y 100 millones de personas, hasta los 200 millones que murieron de viruela solamente en el siglo XX.

La actual pandemia de covid-19 es solo uno de una serie de continuos e interminables ataques virales morales.

Si existiese la posibilidad de hacerlos desaparecer con una varita mágica, la mayoría probablemente aprovecharía la oportunidad de hacerlo, sobre todo ahora.

Sin embargo, esto sería un error mortal, más mortal, de hecho, que lo que podría ser cualquier virus.

«Si todos los virus desaparecen repentinamente, el mundo sería un lugar maravilloso por cerca de un día y medioy luego todos moriríamos, ese sería el resultado final», dice Tony Goldberg, epidemiólogo de la Universidad de Wisconsin-Madison.

«Todas las cosas esenciales que hacen en el mundo superan por lejos a las malas».

Visión equilibrada

La gran mayoría de los virus no son patógenos para los humanos, y muchos juegan un papel integral en el mantenimiento de los ecosistemas.

Otros mantienen la salud de organismos individuales, desde hongos y plantas hasta insectos y humanos.

«Vivimos en un equilibrio perfecto», y los virus son parte de ello, dice Susana López Charretón, viróloga de la Universidad Nacional Autónoma de México.

«Creo que estaríamos acabados sin los virus».

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Los virus contribuyen a mantener el equilibrio de los ecosistemas.

La mayoría de la gente no es consciente del rol que juegan los virus en el mantenimiento de gran parte de la vida en la Tierra, porque tendemos a enfocarnos solo en los que causan problemas a la humanidad.

Casi todos los virólogos estudian únicamente patógenos; solo recientemente, unos pocos investigadores intrépidos comenzaron a investigar los virus que nos mantienen vivos a nosotros y al planeta, en lugar de matarnos.

«Es un pequeño grupo de científicos que intentan brindar una visión justa y equilibrada del mundo de los virus, y mostrar que existen virus buenos», dice Goldberg.

Científicos saben a ciencia cierta que, sin virus, la vida en el planeta tal y como la conocemos dejaría de existir.

E incluso si quisiéramos, probablemente sería imposible aniquilar todos los virus en la Tierra. Pero al imaginar cómo sería el mundo sin ellos, podemos entender mejor no solo cuán integrales son para nuestra supervivencia, sino también cuánto tenemos que aprender sobre ellos.

¿Cuántos hay?

Para empezar, no se sabe siquiera cuántos virus existen. Miles han sido clasificados formalmente, pero puede que haya millones.

«Hemos descubierto solo una fracción porque no hemos buscado mucho», dice Marilyn Roossinck, ecologista de virus de la Penn State University, en EE.UU..

«Es solo un prejuicio: la ciencia solo se ha interesado por los patógenos».

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Hay millones de virus desconocidos en el mundo que la ciencia recién ahora está empezando a descubrir.

Tampoco los investigadores saben qué porcentaje del total de virus son problemáticos para los seres humanos.

«Si lo piensas numéricamente, (el porcentaje) estaría, estadísticamente cerca de cero», señala Curtis Suttle, virólogo ambiental de la Universidad British Columbia, en EE.UU.

«Casi todos los virus que andan por ahí no son patogénicos para las cosas que nos importan».

Clave para los ecosistemas

Lo que sí sabemos es que los fagos —o los virus que que infectan bacteria— son extremadamente importantes.

Su nombre proviene del griego phagein, que significa devorar, y eso es lo que hacen.

«Son los mayores depredadores del mundo bacteriano», dice Goldberg.

«Los fagos son los reguladores primarios de las poblaciones bacterianas en el océano, y probablemente en muchos ecosistemas del planeta también»

Si los virus desaparecen repentinamente, algunas poblaciones bacterianas crecerían desproporcionadamente, otras podrían quedarse fuera de competencia y dejar de crecer por completo.

Esto sería particularmente problemático en los océanos, donde más del 90% de toda la vida es microbiana.

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Los fagos son los encargados de mantener en equilibrio la vida bacteriana en los océanos.

Estos microbios producen cerca de la mitad del oxígeno del planeta, un proceso facilitado por los virus.

Estos virus matan, cada día, a cerca del 20% de todos los microbios oceánicos, y a cerca del 50% de todas las bacterias oceánicas.

Al eliminar a los microbios, los virus aseguran que el plancton productor de oxígeno tenga suficientes nutrientes para llevar a cabo altas tasas de fotosíntesis, lo cual, en última instancia, permite que se mantenga gran parte de la vida en la Tierra.

«Si no hay muerte, entonces no hay vida, por que esta depende completamente del reciclaje de materiales», explica Suttle.

«Los virus son importantes en términos de reciclaje«.

Pocas especies

Investigadores que estudian plagas de insectos descubrieron que los virus son críticos para el control de la población de especies. Si una determinada especie se crece en exceso, «aparecerá un virus y los eliminará», explica Roossinck.

Este proceso, llamado «matar al ganador» (en inglés «kill the winner»), es común en otras especies, incluyendo la nuestra, como evidencian las pandemias.

«Cuando las poblaciones se tornan muy abundantes, los virus tienen a replicarse muy rápidamente y reducen la población, creando espacio para que puedan vivir el resto de las cosas», señala Suttle.

Si los virus desaparecen, es probable que las especies competitivas florezcan en detrimento de las otras.

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A los virus debemos agradecerles la biodiversidad en el planeta.

«Rápidamente perderíamos mucha de la biodiversidad en el planeta«, añade Suttle. «Unas pocas especies tomarían el control y empujarían al resto».

Algunos organismos también dependen de virus para sobrevivir, o de que les den una ventaja en un mundo competitivo.

Científicos creen, por ejemplo, que los virus juegan un papel importante en ayudar a las vacas y otros rumiantes a transformar las celulosa del pasto en azúcares que pueden metabolizarse y, en última instancia, transformarse en masa corporal y leche.

También creen que los virus son integrales al mantenimiento de un microbioma sano en los humanos y otros animales.

«Estas cosas no se entienden bien aún, pero estamos encontrando más y más ejemplos de que esta interacción cercana es una parte crítica de los ecosistemas, ya sean humanos o ambientales», explica Suttle.

Roossinck y sus colegas han descubierto evidencia concreta que apoya esta teoría.

En un estudio, examinaron un hongo que coloniza un tipo específico de pasto en el Parque Nacional de Yellowstone, en EE.UU. Encontraron que el virus que infecta a ese hongo le permite al pasto volverse tolerante a las temperaturas geotermales del suelo.

«Cuando los tres están allí —el virus, el hongo y la planta— la planta puede crecer en suelos realmente calientes», dice Roossinck. «El hongo solo no lo hace».

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Los virus le permiten al pasto que crece el Parque Nacional Yellowstone soportar las altas temperaturas geotermales.

Ella y su equipo descubrieron que las plantas y el hongo pasan comúnmente virus de generación en generación. Si bien no saben exactamente qué función cumplen, asumen que los virus, de alguna manera, deben estar ayudando a sus anfitriones.

«Si no, ¿para qué se lo quedarían las plantas?», dice Roossinck. Si todos esos virus beneficiosos desaparecieran, las plantas y otros organismos que las alojan se volverían más débiles o morirían.

Protectoras para los humanos

Infecciones con ciertos virus benignos pueden ayudar incluso a proteger a los humanos de algunos patógenos.

El virus GB-C o virus de la hepatitis G, un virus no patogénico que es pariente cercano del virus del Nilo Occidental y del dengue, está vinculado a la progresión tardía del sida las personas VIH-positivo.

Científicos descubrieron también que el virus GB-C hace que la gente infectada con ébola sea menos propensa a morir.

De la misma manera, el herpes hace que los ratones sean menos susceptibles a ciertas infecciones bacterianas, incluidas la peste bubónica y la listeria.

Los autores sospechan que sus hallazgos en roedores se replican en seres humanos.

Si bien las infecciones con virus del herpes «son vistas únicamente como patogénicas», dicen, la data muestra que el herpes entra de hecho en una «relación simbiótica» con su anfitrión, otorgándole beneficios inmunológicos.

Sin virus, nosotros y otras especies podríamos ser mucho más proclives a padecer otras enfermedades.

Tratamientos

Los virus son también uno de los agentes terapéuticos más promisorios para tratar ciertas enfermedades. La fagoterapia utiliza virus parta atacar infecciones bacterianas.

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La fagoterapia utiliza virus tratar infecciones bacterianas.

Este es un campo que ahora, con la creciente resistencia a los antibióticos, está empezando a crecer.

«Un gran número de vidas se han salvado usando virus cuando los antibióticos han fallado», señala Suttle.

También se están estudiando a los virus oncolíticos, aquellos que infectan y destruyen selectivamente células cancerosas, como un tratamiento para el cáncer menos tóxico y más eficiente.

Como se replican y mutan constantemente, los virus cuentan con un repositorio masivo de innovaciones genéticas que otros organismos pueden incorporar.

Los virus se replican insertándose dentro de células anfitrionas y secuestrando sus herramientas para replicarse.

Si esto sucede en una línea germinal (óvulos y esperma), el código viral puede pasar de generación en generación e integrarse permanentemente.

«Todos los organismos que pueden ser infectados por virus tienen la oportunidad de absorber genes virales y usarlos a su favor», explica Goldberg.

«La inserción de nuevo ADN en genomas es un gran modo de evolución». La desaparición de los virus, en otras palabras, impactaría en el potencial evolutivo de toda la vida en el planeta, incluido el Homo sapiens.

Los elementos virales representan aproximadamente el 8% del genoma humano, y los genomas de los mamíferos en general incluyen cerca de 100,000 restos de genes que se originan a partir de virus.

El código viral se manifiesta por lo general como piezas inertes de ADN, pero a veces cumplen nuevas y útiles —incluso esenciales— funciones.

En 2018, por ejemplo, dos equipos de investigadores hicieron, independientemente, un descubrimiento fascinante.

Un gen de origen viral codifica una proteína que juega un rol clave en la formación de la memoria a largo plazo moviendo información entre células en el sistema nervioso.

El ejemplo más impactante, sin embargo, tiene que ver con la evolución de la placenta de los mamíferos y el momento en que se expresan los genes en el embarazo humano.

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El embarazo también podría ser resultado de el efecto de los virus hace millones de años.

La evidencia indica que somos vivíparos gracias a un código genético que fue cooptado de antiguos retrovirus que infectaron a nuestros antepasados ​​hace más de 130 millones de años.

Como dijeron los autores del estudio publicado 2018 en la revista PLOS Biology: «Es tentador especular que el embarazo humano sería muy diferente —quizás inexistente— sino fuera por eones de pandemias retrovirales que afectaron a nuestros ancestros».

Expertos creen que estas marcas distintivas ocurren en todas las formas de vida multicelular. «Hay posiblemente muchas funciones que desconocemos», señala Suttle.

Científicos creen que solo hemos empezado a descubrir cómo los virus ayudan a sostener la vida, porque acabamos de empezar a estudiarlos.

En última instancia, cuanto más aprendamos de todos los virus, no solo los patógenos, estaremos mejor equipados para utilizar algunos virus en nuestro beneficio y desarrollar defensas contra otros que podrían dar lugar a una próxima pandemia.

Más que eso, aprender más sobre la riqueza de la diversidad viral nos ayudará a entender en más profundidad cómo funcionan nuestro planeta, los ecosistemas y nuestros cuerpos.

Como dice Suttle: «Necesitamos dedicar nuestros esfuerzos para tratar de entender qué hay allá afuera, para nuestro propio beneficio».

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