«Mi resolución para 2019 es decir cosas al aire que digo fuera del aire… No creo que me haya lavado las manos durante 10 años».
Esas palabras las pronunció el año pasado el presentador de televisión de la cadena estadounidense Fox News, Pete Hegseth, y causaron un revuelo en internet.
Sorprendentemente, Hegseth no es el único.
En 2015, la actriz estadounidense Jennifer Lawrence aseguró que casi nunca se lava las manos después de ir al baño. (Ambos dijeron más tarde que estaban bromeando).
Ese mismo año, Thom Tillis, senador republicano por Carolina del Norte, sugirió que exigir que los empleados de los restaurantes se laven las manos es un ejemplo clásico de sobrerregulación.
La falta de instalaciones adecuadas y jabón en los sitios más pobres del mundo puede explicar en parte que la gente no se lave las manos.
En los países menos desarrollados, solo el 27% de la población tiene acceso a estas cosas. La Organización Mundial de la Salud y UNICEF estiman que alrededor de 3.000 millones de personas tampoco las tienen en casa.
Pero incluso en muchos países de altos ingresos solo el 50% de las personas realmente usan jabón después de ir al baño, lo suficiente para que consideremos hacer permanentes los saludos de tobillo o codo.
Estas estadísticas impactan.
Lavarse las manos se considera uno de los inventos que más salva vidas en la historia de la humanidad, ya que contribuye al aumento de expectativa de vida promedio de 80 años en países como Reino Unido, en lugar de unos 40 como era en 1850, cuando se popularizó por primera vez el lavado de manos.
Y si se necesitan más incentivos, este simple hábito de higiene también ofrece la posibilidad atractiva de evitar las superbacterias y las pandemias.
Una revisión de 2006 encontró que lavarse las manos regularmente puede reducir el riesgo de infecciones respiratorias entre un 6% y un 44%.
Desde que surgió la pandemia de covid-19, los científicos descubrieron que la cultura de lavado de manos de un país es un «muy buen» pronosticador del grado de propagación.
Se cree que el virus infecta principalmente a las personas a través de partículas suspendidas en el aire, pero también puede ingresar al cuerpo después de que una persona toca objetos contaminados y luego su cara.
Resulta que no lavarse las manos al salir del baño no solo se debe a la pereza.
Existen una serie de factores psicológicos que desalientan a las personas a lavarse las manos.
Y los expertos de todo el mundo esperan comprender prejuicios ocultos para poder llevarnos a ser más higiénicos.
«Un problema con el lavado de manos es que, especialmente en los países desarrollados, una persona puede saltearse lavarse las manos muchas veces y no se enfermará», dice Aunger.
Y cuando se enferma, varios días después, ese momento del olvido de lavado de manos también habrá quedado perdido en su memoria.
«Incluso con el coronavirus, dicen que la demora entre la infección y la aparición de cualquier síntoma es de cinco o seis días, por lo que la conexión es muy difícil» de hacer.
Cuidado con el optimismo
El «sesgo de optimismo» implica creer que las cosas malas tienen menos probabilidades de sucedernos a nosotros que a otras personas.
Esta perspectiva irracionalmente positiva es universal.
Se la encuentra en diversas culturas humanas y en la demografía, como el género y la edad, e incluso en algunos animales, como los pájaros estorninos y las ratas.
Este autoengaño puede ser en parte responsable de hábitos como fumar, o por qué muchas personas eligen tarjetas de crédito que terminan costándoles dinero.
También puede evitar que algunas personas se laven las manos.
Un estudio, realizado en una universidad de Nueva York en medio de la pandemia de la gripe porcina (H1N1) de 2009, encontró que los estudiantes que tenían niveles más altos de ese optimismo poco realista eran menos propensos a lavarse las manos.
Mientras tanto, aquellos que tenían una mayor confianza en su capacidad de controlar sus propias vidas eran lo contrario.
El sesgo de optimismo también fue encontrado en estudiantes de enfermería, que tienden a sobreestimar su conocimiento de las buenas prácticas de higiene de manos, y las personas que manejan alimentos para sus trabajos, que constantemente subestiman su riesgo de causar intoxicación alimentaria en otros.
Las normas sociales importan
Una gran pista sobre la importancia de la psicología en el lavado de manos radica en la extraordinaria gama de prácticas de higiene de manos en diferentes culturas de todo el mundo.