Algunos llamados políticos tradicionales que no tienen ni siquiera la remota idea de lo que es un cuarto de guerra, pero que la universidad de la vida los llevó a vivir de la política, quieren constantemente escudar y superponer su carencia de cosmovisión profesional exteriorizando una falsa sabiduría proverbial del color de sus canas.
Por tal razón, para los indoctos del marketing político y el comportamiento electoral del siglo XXI resulta cuasi-imposible aceptar los consejos y predicciones de un joven y menos si este procede de un barrio marginado. Por eso, a esa cúpula paleolítica del PLD a pesar de creerse predestinados les pasó como a Santiago Nasar.
De genios no tienen nada
En la vida del ser humano no hay nada tan peligroso como las ínfulas generadas por las valoraciones del amor propio. Ese axioma fue ignorado por ese cenáculo que aún subyace en el PLD, pues los vacíos existenciales que se llenan con un decreto obnubilan los sentidos y te hacen creer la suma de todas las virtudes posibles.
Además, no son todos los seres humanos que tienen la preparación y el nivel de madurez política para pasar de un momento a otro; de una gastritis por la carencia de ingesta de alimentos a tener que lidiar de repente con la precedencia del neologismo “Don” en cualquier oración. Ese calificativo se convirtió en una cicuta para el PLD.
En ese sentido, me cansé de decirles que el poder los tenía viviendo en un mundo imaginario, que su petulancia ya le molestaba hasta al reflejo de sus propios espejos, que estaban viendo el país y el partido desde sus oficinas con aires acondicionado y que sus cálculos eran matemáticos y en modo alguno políticos.
Sin embargo, si parafraseamos a la escritora y activista española Concepción Arenal, debemos decir que las creencias desmesuradas de virtudes “son armas que acaban siempre disparándose contra quien las emplea”. Máxime, cuando esa convicción de mesías está fundamentada en las facilidades y compensaciones que genera una nómina.
¿Y ahora quién tiene la razón?
Desde que los expresidentes Danilo y Leonel decidieron convertirse en Roboam y Jeroboam en el PLD, comencé advertir a través de diferentes medios que la única salvación de ese partido era que el Comité Político los obligara a ponerse de acuerdo o imponer a una tercera persona. Empero, no se puede recibir respeto y ser súcubo al mismo tiempo.
Asimismo, venía externando desde hace casi tres años que si ignoraban mis consejos tendrían que vivir con las plagas modernas de Egipto; entre ellas, la división del PLD, la pérdida del poder, la vejación social, la ignominia, el hambre de sus dirigentes y la imputación y degradación de la cúpula en los tribunales.
En efecto, como se creían Osiris y su arrogancia era más grande que el monte Everest hoy están sometidos al escarnio público, sumergidos en la vergüenza y la estigmatización y haciendo el ridículo mendigando espacios de poder después que ellos mismos permitieron que un hombre tirara todo el que tenían por un retrete.
Dentro de esa hecatombe, muy pronto se adicionará el pugilato por el control y reparto de los recursos del presupuesto que les entrega la JCE. Y, por encabezar una candidatura presidencial que al día de hoy se proyecta que para las próximas elecciones estará socialmente más débil que su experimento fallido de 2016.