Construimos historias, la mía, la tuya, la nuestra, la historia de todos los que vivimos en una media isla cargada de detonates y rebeldía ancestrales. Hacemos historietas en forma de recuadros que nos proyectan de manera faraónica. Articulamos fábulas a medida que caminamos en calles forradas de risas efímeras, risas carnavalescas y fantasiosas; y así, usamos nuestro ser para transformar o maldecir la sociedad; otros, se dejan bendecir o maldecir por el ser social que domina nuestro ser. ¿Cuál es tu historia?
Algunos usan su historia para destruir, usando los elementos desgarradores que poseen las almas punzadas y trituradas de nuestros civiles. Parte del pueblo vestido de insignias y botas teñidas de ansiedad, se encuentran ante una inquietante espera, atados a una bifurcación marcada por hitos y señales tenebrosas. Esos hombres, llamados militares, perdieron, y constantemente están hoyando su historia y su futuro; una historia con manos amorfa, que extiende sus dedos para atrapar amigos de infancia, amigos ya cautivos por un rango que les ha permitido acumular poder, villas, negocios, mujeres y control. Ahora tienen casi de todo, acumularon bastante, incluyendo un sentir de inseguridad y de sombras que los persiguen despiadadamente. Ellos, esos, también tienen su historia.
No es cualquier historia, esa historia se esconde en monstruos humanos con corazones diamantinos; ellos se visten de piel humana, para disfrazarse de hombres tiernos, pero cuando observamos su hipodermis, nos damos cuenta que son simples nahuales que se arrastran en forma de funcionarios, tomando forma de políticos, pero en el fondo son hombres-animales, hombres fieras, hombres lobos, indomables y fríos, porque solo los monstruos destruyen y devoran el Estado, la familia, el campo, la producción, la democracia; en fin, son nahuales y llegaron no para construir, llegaron para extinguir. Esa historia se personifica en ellos, y ellos hacen la historia. Así es, la fabrican con débiles acciones, mostrando una suma de golpes sin compasión, sin conmiseración ante un pueblo que sufre y trabaja sin ver resultados concretos. Son crueles, porque usan los tiempos y articulan consignas de redención, de esperanza y de seguridad, pero cuando observamos la historia de ellos, su historia los está vomitando, porque ellos mismos tejen sus fracasos y sus exilios. Esos monstruos también poseen una historia.
La historia fue, la historia es, la historia será, la historia se hace; la historia destruye y construye, la historia eres tú, soy yo, son ellos. Entonces, ¿Qué historia quieres construir?