Así como el ejercicio físico es provechoso para el cuerpo, el ejercicio espiritual es útil para todo, pues contiene promesa de vida, tanto de la actual como de la venidera. 1 Timoteo 4: 8
Cuidar nuestro cuerpo se ha convertido para muchos en una obsesión. Lo cuidan más que cualquier otra cosa que pueda existir, dándole la prioridad en su vida e invirtiendo tiempo, dinero, sin percatarse de que hay algo más grande que necesita ser la mayor prioridad.
No es malo cuidar el cuerpo, ya que este es el templo del Espíritu Santo. Lo que no podemos es idolatrarlo y anteponerlo a la búsqueda del espíritu, el cual va a darnos la vida y nos asegura el Cielo.
Puede leer: Guardados en el corazón de Dios
Pero no podemos desenfocarnos, porque hay una realidad inevitable, ya que un día dejaremos la tierra de los vivientes y estaremos en Su presencia por la eternidad. Entonces, ¿qué de aquellos que no le dieron el valor, arrastrados por la vanidad? ¿Cuál será nuestro galardón?, si nunca nos preocupamos por cuidar lo interno y precioso que nos dio para que habitara en nosotros. Que nada nos haga descuidar lo más grande y eterno.
Esta es una verdad la cual debemos creer. Empecemos a cambiar nuestros pensamientos, para que ejercitemos los dones que Él nos ha dado y haya un crecimiento espiritual sustentado en una vida continua de oración y ayuno.