Cuando al trébol vial le falta la “hoja de la suerte”. Un diseñador (de lo que sea) es el principal estratega del proyecto. Puede ser de una fiesta de patio, un dulce de coco, o del sistema vial de una ciudad o región.
Y se supone que tenga vivencias y experiencias, para entender el rol de cada usuario o beneficiario del proyecto, conocer sus características y necesidades, especialmente los comportamientos esperados, actuales (las estadísticas) y probables de tipo cada actor o usuario.
Ser un conocedor de la cultura vial local y las diferentes subculturas de clase, sectoriales o regionales y de cada tipo de actor.
Parece que nada de eso hizo el diseñador de la famosa Autopista del Este, ya que, por ejemplo, en la salida hacia La Romana, la vía principal es, increíble e inesperadamente, la que cambia de rumbo, mientras que la vía secundaria sigue en línea recta, en la misma dirección. Lo cual, obviamente, desconcierta y pone en peligro al que no está habituado a la ruta y está confiado en el correcto y habitual diseño de vías similares.
Entre otros frecuentes casos inconcebibles, está el de la intersección de la Autopista Duarte y la Circunvalación de Santo Domingo. Donde nos encontramos con que el vehículo que viene de Villa Mella no tiene cómo doblar con seguridad y corrección hacia la Capital, sencillamente, porque a la intersección le falta la “hoja de la buena suerte”, esto es, la cuarta hoja del trébol (ver Google Maps). La cual le permitiría hacer el giro necesario sin tener que tomar la salida hacia el Cibao, y crear una situación caótica y peligrosa en la autopista Duarte; al tener que realizar allí una U, en improvisado y peligroso giro, junto a otros vehículos de la zona que ocupan varios carriles de la “autopista”, para retornar hacia la Capital; giro no protegido ni señalizado en absoluto, ocupando peligrosamente carriles de ida y de vuelta, obstruyendo, peligrosamente, el flujo vehicular.
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Interesaría saber las razones técnicas o económicas para esta obscenidad vial, nada menos que frente a frente a la entrada-salida del Campamento Militar. Campamento que podría tener accesos seguros y expeditos por la Circunvalación, no utilizando el acceso desde la Autopista, el cual debería ser solo para emergencias bélicas, es decir, si Haití u otro país, nos invadiera.
Esta “autopista» no tiene suerte. Pero como tanto absurdo no cabe en tan poco espacio (vial y periodístico), los dejo, por esta vez, en la “Parada Mocana”, en “El 28”, no por casualidad frente al viejo manicomio, donde los pataneros del sindicato “COME-TRAMOS”, se han ido “comiendo” el carril derecho, el cual se congestiona peligrosamente a medida que crece la fama de dicha fonda.
Convendría hacerles un restaurant-puente sobre la pista, que reúna a los camioneros que van y los que vienen, como en Europa, en esta famosa Fonda Mocana; y así, los camaradas del transporte pesado se acomodarían mejor en esta especie de “club privado”, que debe tener una excelente cocina. En lo que DIGESETT e INTRANT se ocupan del desastre.