¿Cuándo el paciente es el médico?

Cuáles razones hacen que un médico reaccione con resistencia ante la posibilidad de enfermar?
Definitivamente, ejercer la práctica clínica implica para el médico una serie de exigencias que incluyen niveles de conocimientos científicos asociados a su área de especialización, sumado al mito social de invulnerabilidad y exención de suerte a no enfermar, hace que al momento de que un médico presente algún trastorno o daño a la salud, el proceso se torne complejo. Por lo cual, ante cualquier evento prefieren la automedicación y, si deciden hacerse un chequeo, realizan una consulta informal con algún colega conocido, vía telefónica, en el pasillo del hospital o la clínica, o por referencia de un tercero que lo insta a que se haga evaluar, haciendo que nos llegue a la memoria el conocido refrán: “en casa de herrero, asador de palo”.

En el interesante artículo: Cuando el médico se transforma en paciente, disponible en: http://www.paula.cl/reportajes-y-entrevistas/cuando-el-medico-se-transforma-en-paciente/, tomamos algunas anotaciones sobre otras razones que desafortunadamente obligan al médico en muchas ocasiones a no aceptar su condición de paciente.

Una de ellas fue la serie de transformaciones que experimenta en la esfera personal, familiar, profesional y asistencial desde el momento que recibe el diagnóstico de una enfermedad sobre todo por el nivel de gravedad que pueda representar; la incertidumbre a corto, mediano, largo plazo que empieza a surgir afrontar y la necesidad de reorganizar su vida de acuerdo a las circunstancias.

Serían innumerables los motivos que mueven a este comportamiento, por lo que una fortalecida red de apoyo socio-familiar alrededor del “médico – paciente” y una mirada comprensiva como sociedad, simbolizaría un equilibrio para un adecuado afrontamiento y empezar a cuidarse. Convirtiéndose en una parte esencial para el enfrentamiento y superación de la enfermedad, desarrollando confianza en los expertos colegas o por recomendación, aceptando ambos la responsabilidad mutua.

¿En que puede cambiar o mejorar la relación médico-paciente después de éste enfermar?

Regularmente, después de su recuperación y retomar su vida personal, familiar y profesional en la mayoría de los casos, esta relación mejora, tornándose como una visión más humana y sensible, con un trato más cálido, empático y, una escucha activa.

A nivel personal puede cuestionar su propia profesión, el sistema de atención en salud, el éxito del conocimiento aplicado, y el significado social de la enfermedad, dando elementos para la comprensión de la enfermedad desde las definiciones propias de los verdaderos expertos, los pacientes. Integra el autocuidado de su salud como un valor personal y lo promociona, además de empezar a no auto medicarse, ni asumir la responsabilidad del diagnóstico y el manejo de los problemas de su propia salud o de sus familiares cercanos y utilizar los servicios de un colega u otro médico de manera formal y ética.

Haciendo conciencia de los riesgos a los que se exponen en el día a día y a identificar la manera de cómo prevenir sus daños, aprendiendo el arte de cultivar como mantener el equilibrio entre la vida personal y laboral, gestionando asertivamente los aspectos de suma importancia en la vida como son la familia, los amigos, los pasatiempos y el descanso.

PREGUNTAS FRECUENTES

¿Cuáles serían los beneficios que generan en el paciente el hecho de que los médicos cuiden de su salud de forma integral?
La disociación existente cuando se intercambia el rol de médico por el de paciente, por la costumbre de cuidar de la salud del otro dejando de lado la suya propia, nos hace reflexionar sobre el hecho de los cambios positivos en algunos casos, en el comportamiento del médico luego de padecer y recuperarse de una enfermedad, dejando en el paciente un ejemplo de coherencia entre lo que dice e instruye y, hace.

¿Cuáles serían los cambios positivos en su conducta que puede presentar un médico luego de recuperarse de una enfermedad?
Cuando los médicos se vuelven pacientes y viven su propia experiencia de dolor y
sufrimiento llegan a entender aún más el de otros, generando una visión más humana hacia el paciente, interesándose más en escuchar y atender lo que desea decir, lo que genera una transformación en su manera de desarrollar su profesión. Reflexionan sobre el hecho de que son seres humanos y que están expuestos a sufrir una enfermedad como cualquier otra persona, que son tan vulnerables y mortales como cualquiera. Esto fortalece su capacidad de adaptación y generación de respuestas para afrontar situaciones del estrés negativo; el desarrollo de una actitud optimista y realista; mayor productividad y rendimiento en las actividades a desarrollar y una mejor calidad de vida.