Les presentamos a Mabel, quien además de fisioterapeuta tiene una certificación en terapia acuática y una inspiradora historia que contar, que invita a sumar voluntades.
Siempre se ha escuchado decir que ‘las terapias cambian vidas’ y quienes han pasado por un proceso terapéutico, luego de un cuadro delicado de salud o, vivido de cerca, lo confirman.
Vemos los cambios en niños con alguna condición -como autismo- tras la intervención oportuna y temprana con terapias, conductuales, de psicoaprendizaje, habla, habilidades sociales, hidroterapia, psicológica, psiquiátrica…
De igual forma, pasa con personas que han sufrido parálisis cerebral o en otras partes del cuerpo, ya sea por una enfermedad degenerativa, accidentes de tránsito o cerebrovasculares.
En estos últimos escenarios el paciente siempre va a requerir de fisioterapia, posiblemente una de las ramas más complejas e integral, porque implica que éste vuelva a reaccionar, caminar, hablar, recordar; es ver cómo la ciencia médica hace un milagro.
Para hablar de terapia física, lo que se puede lograr, experiencias y satisfacciones, entrevistamos a la joven profesional Mabel Mercado Ledesma, quien además de licenciada en fisioterapia, graduada de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), en Santiago, tiene una certificación en terapia acuática y una historia hermosa que contar, inspiradora, que invita a sumar voluntades.
Es una santiaguera que ama lo que hace, y en su voluntad por servir da ‘millas extras’. Angustiada por el dolor ajeno, y sin pensar en lo monetario -aunque este es su único medio de sustento- con frecuencia se traslada en carro público y hasta en motoconcho hacia donde pueda ayudar, en Santiago y a comunidades lejanas de Arenoso, Tamboril, Navarrete, Villa González, Moca, Licey al Medio y La Vega.
Es una ‘curadora ambulante’, decidió trabajar a domicilio ante la necesidad urgente de pacientes que se les dificulta ser movilizados. Hoy día -dice- tiene control de su tiempo, y esto le facilita contribuir al sustento de su familia y ayudar a otros.
Aplica la terapia física junto a la psicológica, a niños y adultos, además orienta a los familiares con estrategias para que el paciente ‘no sienta que está enfermo’. Siempre que las condiciones lo permiten pide eliminar pijama, cama de posición y hasta silla de ruedas; todo esto dibuja una escena deprimente tanto para el paciente como para los cuidadores, trabaja en la psiquis y entorpece el proceso de recuperación.
Explica que mantener al paciente positivo y animado es crucial, porque la fe y disposición que éste pone se traduce en el motor que va a impulsar su sanación.
“Parte de la curación está en la voluntad de sanar”, dijo el filósofo romano Séneca y Mabel bien lo aplica, a lo que se podría agregar que su firme voluntad por curar hace que la sanación llegue en una moto.
Esta mujer, que jovencita ya era enfermera en varios centros médicos de la región, no se detiene, cuida de su relación matrimonial, de 19 años, de tres hijos y dispone de tiempo para labores de voluntaria, como payaso de hospital. Ella es la doctora Tiktok, en la Fundación Misión Felicidad del Doctor Yaso. Juntos a otros, lleva sonrisas, juguetes y travesuras a centros hospitalarios. Se conoce por ese nombre porque le encanta subir vídeos a esa red social.
Cuando palpa las carencias económicas en las que viven muchos de sus pacientes, la impotencia la sacude, es cuando utiliza sus redes, con previa autorización de los familiares, a fin de tocar corazones solidarios, logrando conseguir, silla de ruedas, camas de posición, medicamentos y hasta alimentos.
Para Mabel la terapia física es su mundo, la define como una profesión integral, parte de un equipo multidisciplinario, que se encarga de sanar y recuperar al máximo todas las capacidades motrices de un individuo que ha sido afectado por una lesión o enfermedad, en procura de que pueda retornar a su cotidianidad y vida laboral. Ahí es que vemos cuando esta hermosa profesión hace el ansiado milagro.
Al principio el cuadro es de total angustia, pero con el paso del tiempo se ven los resultados, siempre y cuando el paciente quiera sanar y sea tratado por manos expertas.
“Me llena el corazón ver los primeros arrastres, gateos, los primeros pasos de un niño, recibir una llamada envuelta en llanto y emoción, para contarme lo nuevo que está haciendo, admiro el valor de los padres en su lucha, perseverancia y amor incansable», dice emocionada.
Y continúa su relato: «Igualmente, me gratifica que un paciente adulto me refiera que le duele menos que ayer, verlo sonreír porque está moviendo la parte afectada o porque dio unos pasitos solo, hasta el baño; al estar sentada en primera fila, y ser partícipe del progreso, el corazón se me llena de una gran e indescriptible satisfacción».
Solicita ayuda Para el niño Nathanael Durán
Nathanael nació prematuro y, a los dos años se infectó del virus del zika, saliendo a flote convulsiones que no ceden e incrementan cuando tiene procesos virales, ésto, además, disminuyó su desarrollo psicomotor.
En 2018 fue diagnósticado con encefalitis. ¿La solución? intubarlo para que el cerebro pudiera ‘descansar’. Para ese entonces, estuvo hospitalizado en el Homs durante un mes, donde se le realizó una gastrostomía. Finalmente, se descubrió la causa de las convulsiones: epilepsia mioclónica, que impide que la medicación actúe en su pequeño cuerpo, de ahora 9 años.
La recomendación médica es realizar una cirugía de epilepsia, para lo que se requiere de recursos económicos que sus padres no tienen.
Mabel, en solidaridad con esta familia, aprovechó el espacio de Vivir para tocar puertas. @mabelm03 (Tiktok), @mabel_2.0 (Instagram) y Mabel Mercado-Martínez (Facebook).