En ocasión de la puesta en circulación de nuestro libro sobre las fraudulentas elecciones de 1994 varias personas me han pedido que escriba algo sobre cómo en mayo de 1978 los militares paralizaron la transmisión del conteo de los votos, pero resulta que ya han salido tres libros y múltiples artículos sobre ese tema por lo que me limitaré a citar lo no antes publicado que son los cables norteamericanos desclasificados relacionados con el suceso.
Ocho meses antes de las elecciones Balaguer fue a Washington con motivo de la firma del tratado que entregaba el Canal de Panamá a ese país. Allí se reunió en la Casa Blanca con el presidente Carter, el secretario Vance y otros altos funcionarios. Carter le expresó su esperanza de que las elecciones de mayo de 1978 serían “conducidas reconociendo el derecho de todos y si Balaguer fuese candidato le deseaba buena suerte, al tiempo que le preguntó sobre esas elecciones y sobre la actitud del pueblo dominicano”.
Balaguer le contestó que “el proceso proseguía normalmente y que el registro electoral garantizaba la probidad de las elecciones, ya que bajo el mismo el fraude no era posible, aunque los perdedores frecuentemente citaban el fraude… Todos los candidatos tendrán igualdad de oportunidades y si su partido lo seleccionaba se sujetaría a las mismas condiciones que existirían para los otros candidatos y no aprovecharía las ventajas de estar en el poder”. Agregó que todavía no había decidido sobre su candidatura y “hablando con franqueza, aunque creía que debía dar paso a una persona más joven, no había surgido nadie dentro de su partido, ni en la oposición, que pudiera garantizar paz y la unidad entre las fuerzas armadas. Esto último era importante ya que se corría el riesgo de una repetición de los sucesos de 1965. Había unificado las fuerzas armadas y aunque no eran monolíticas ya no existían rivalidades dentro de ellas… Las fuerzas armadas ahora sabían que su papel era mantener la paz. Dijo que ya no tenía más ambiciones políticas y si decidía correr de nuevo eso sería una fuente de sacrificio y no de satisfacción”. Terminada la reunión, Carter declaró a la prensa que Balaguer se había comprometido a elecciones libres y al ser reportado en la prensa dominicana portavoces del PRD declararon que eso garantizaba que las mismas serían efectivamente libres.
Un mes antes de las elecciones el vicecanciller Warren Christopher informó a su embajada en Santo Domingo que estaba en total acuerdo con iniciativas de la misma de manifestar bien claramente la preocupación del Gobierno norteamericano “de que las elecciones fuesen libres y justas, así como la completa neutralidad norteamericana con relación a candidatos y de que se tiene la intención de mantener relaciones cordiales con cualquier Gobierno que pudiese emerger de elecciones libres”. Christopher pidió a la embajada que continuase tomando las medidas adecuadas para que la posición norteamericana fuese conocida “particularmente entre los militares dominicanos, pero sin involucrar a los Estados Unidos en la campaña”. También, el embajador, cuando fuese apropiado, “debería aclararle a cualquier oficial militar dominicano cuyas actitudes o intenciones pudiesen ser cuestionables, que cualquier acción para frustrar elecciones libres impactaría de forma adversa en las relaciones bilaterales entre los dos países”.
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Pero el 11 de mayo, cinco días antes de las elecciones, Guzmán visitó a un alto militar norteamericano. La cita había sido acordada a través de un vecino de ese oficial y amigo de Guzmán. Allí expresó “su gran preocupación sobre corrupción entre los militares y que quería que estos actuasen profesionalmente y se abstuvieran de la política y de beneficios económicos excesivos. Para enfrentar el problema planeaba, una vez fuese elegido, gradualmente sacar de sus cargos a los principales oficiales y específicamente al mayor general Nivar Seijas. También declaró su amistad hacia Estados Unidos y habló bien del presidente Carter y su política sobre derechos humanos y le aseguró al oficial norteamericano que, a pesar de la versión ampliamente circulante de que el PRD era izquierdista, él no simpatizaba con el comunismo”.
Tres días antes de las elecciones el almirante Francisco Javier Rivera Caminero expresó públicamente que aunque respetaría los resultados de las elecciones también se declaró “balaguerista de la cabeza a los pies” y que Balaguer ganaría las mismas. El comentario del embajador Robert Yost fue: “Aunque Guzmán había públicamente expresado que respetaría la estructura existente en las fuerzas armadas, en privado ha expresado que sacaría a algunos oficiales y que era precisamente esa actitud la que ponía a la jerarquía militar dominicana tan temerosa de que el PRD lograse el poder”.
El día antes de las elecciones el canciller norteamericano informó a su embajada en Santo Domingo que su departamento había tomado nota de recientes reportes de inteligencia que indicaban que algunos elementos entre los militares dominicanos estaban considerando tomar acciones inconstitucionales para evitar una posible victoria del PRD. El canciller enfatizó que “el Gobierno norteamericano tiene gran interés en elecciones libres y justas y la transferencia ordenada y constitucional del poder si otro candidato que no fuese Balaguer resultase vencedor”. Si Yost lograra obtener evidencias o informaciones que lo condujesen a concluir que los militares dominicanos tenían la intención de adoptar medidas para frustrar elecciones libres, o una victoria del PRD “usted debe, sin esperar instrucciones adicionales, lograr reuniones inmediatas con el presidente Balaguer y con altos oficiales de la fuerzas armadas dominicanas donde deberá enfatizar, tan fuerte como sea posible, la gran preocupación del Gobierno norteamericano por informaciones relativas a las intenciones de los militares y recordarle a Balaguer su declaración ante el presidente Carter en cuanto a que las elecciones serían libres y abiertas y que una acción inconstitucional para frustrar elecciones libres o una victoria del PRD provocaría una reacción negativa por parte del Gobierno norteamericano y tendría serias consecuencias adversas en las relaciones bilaterales”. Yost debería urgir a Balaguer a que ejerza su gran influencia entre los militares y sobre su país para asegurarse de que las elecciones fuesen libres y constitucionales. El segundo en mando en la embajada debería expresar esos puntos de vista a uno o más líderes militares, si por la urgencia se requiriesen reuniones simultáneas.
Militares irrumpieron en la sede de la Junta Central Electoral la misma noche de las elecciones y paralizaron la transmisión del conteo. Los que estábamos observando los resultados tuvimos que contentarnos hasta la madrugada en ver una vieja película de Sarita Montiel. La embajada norteamericana reportó esa madrugada que miembros de las fuerzas armadas encabezados por NeitNivar Seijas habían paralizado el conteo después de que los resultados urbanos eran más altos de lo esperado y Guzmán le ganaba a Balaguer dos a uno.
A las tres de la tarde del día 17 el canciller norteamericano instruyó al embajador Yost a hacerle llegar el siguiente mensaje urgente y personal del canciller Vance al presidente Balaguer: “Reportes que han llegado a Estados Unidos indican que el proceso electoral ha sido interrumpido por una intervención de los militares. Quiero enfatizar que si se impidiese que las elecciones continuasen libres y honestas entonces inevitablemente eso tendría un efecto adverso en las relaciones cercanas de cooperación entre nuestros dos países. He tratado de contactarle por teléfono esta mañana y no me ha sido posible localizarlo. Urge que converse con usted sobre este asunto que es de la mayor importancia para nuestras relaciones”.
Yost había presentado sus credenciales apenas el día previo a las elecciones y optó por visitar a Balaguer en su residencia privada. Esperó varias horas sentado en un banco de madera utilizado regularmente por choferes del más bajo rango y, sin haber visto al Presidente, regresó a la embajada. A las siete de la noche del día 17 desde el “situation room” de la Casa Blanca se le informó a Bob Pastor, del Consejo Nacional de Seguridad, quien se encontraba en Panamá, que se veía muy bien la oferta del Gobierno de Colombia de protestar por la acción dominicana.
Sin embargo, se le enfatizó que la situación en Santo Domingo había mejorado y que los comandantes militares habían acordado reconocer el resultado de las elecciones.
En efecto, Venezuela, Costa Rica, Panamá y Colombia habían enviado notas al Gobierno dominicano urgiendo que se honraran los resultados. Casi a medianoche y otra vez desde el “situation room” se informaba a Yost que Carter había recibido dos cartas enviadas por los presidentes Rodrigo Carazo, de Costa Rica, y Carlos Andrés Pérez, de Venezuela. Este último describió la situación dominicana como “la crisis más seria en el Caribe desde la revolución cubana” y sugirió aplicar las sanciones más severas de la OEA en caso de que las elecciones dominicanas fuesen anuladas. El canciller panameño también expresó su preocupación. Pero ese día Balaguer declaró a los observadores de la OEA que el conteo de los votos sería reanudado, lo que, sin embargo, no ocurrió hasta las 8:30 a.m. del día 18. También ese día el Departamento de Estado informó al presidente Carter que Balaguer y los militares dominicanos, reconociendo las pocas perspectivas de lograr la reelección de Balaguer, habían decidido lograr su “reelección” por “cualquier medio disponible, fuese el pretexto plausible o no.
El Gobierno probablemente actuó antes de haber pensado sobre las consecuencias de su acción y luce que existe cierto desorden dentro del mismo. A pesar de la dificultad del momento el Gobierno parece que insistiría en su posición con la esperanza de que todo el problema eventualmente desaparezca dejando a Balaguer en paz y en el poder. El Gobierno está tratando de desviar la acción de los militares culpando a la oposición, algo que tan solo gente del Gobierno toma en serio”.
Balaguer había respondido a la nota del canciller Vance, pero fue “lamentablemente vago y en ciertos párrafos poco ingenioso, al alegar que el conteo de los votos fue interrumpido, no por interferencia militar, sino por rumores propagados por sectores anti democráticos sobre un supuesto golpe de Estado”. Había aclarado que su honor estaba en tela de juicio y que cumpliría honorablemente con sus obligaciones tanto como presidente como en su condición de dominicano.
Se le informó a Carter que el Gobierno había vacilado sobre si continuar o no el conteo. Primero Balaguer había informado a observadores de la OEA que no habría más conteo, pero luego se echó para atrás. El Departamento de Estado informó a Carter que “las posibilidades de fraude son manifiestas y muchas y que la única prueba posible de que las elecciones fueron honestas podría ser una victoria de Guzmán”.
Carlos Andrés Pérez reaccionó fuertemente ante los rumores de que dos o todos los observadores de la OEA pensaban abandonar el país y presionó a la OEA para que los mantuviese allí, lo que aceptaron dos, pero solo por dos días más. Pérez había consultado a los presidentes López Michelsen de Colombia; Torrijos, de Panamá y Carazo, de Costa Rica y todos habían acordado que, si no se reanudaba el conteo, o si el resultado fuese fraudulento, suspenderían las relaciones diplomáticas con la República Dominicana y solicitarían a Estados Unidos que hiciese lo mismo. Pérez también había sugerido una reunión de la OEA para discutir las elecciones, pero luego, ante comentarios norteamericanos, acordó diferir el asunto.
El propio Carter al recibir ese reporte escribió al margen: “A Cyrus Vance. Debemos apoyar la verdadera decisión de los votantes. Actúe con fuerza y en forma pública”. Más tarde ese día se informó a Carter que todavía existían dudas sobre si Balaguer había reconsiderado el plan de organizar un fraude electoral, por lo que se le recomendó que diese una declaración pública, cuyo texto había sido aprobado por el canciller Vance. Esta decía que Carter había estado en contacto con los presidentes de varios países latinoamericanos que compartían su preocupación por la integridad del proceso democrático y que mantenía las esperanzas de que las autoridades electorales pudiesen cumplir con sus responsabilidades para que el resultado electoral fuese respetado.
El día 19, la CIA informó a Carter que Balaguer “se ha derrumbado ante presiones intensas tanto domésticas como extranjeras y ha ordenado a los militares que lo apoyan que cancelen sus planes de alterar por vía fraudulenta los resultados de las elecciones nacionales. Balaguer ha ordenado que el conteo de los votos sea permitido en forma normal, sin interferencia y sin importar el resultado. Balaguer informó a los militares que lo apoyan sobre su intención de impugnar los resultados electorales ya que cuenta con fuertes evidencias de que el PRD cometió fraude durante el proceso. Sin embargo, agregó que si el PRD es declarado ganador legítimo y si sus acusaciones de fraude contra ese partido resultasen ser inciertas, entregaría el poder el día de la toma de posesión. Balaguer resistió los argumentos de los militares que lo apoyan de continuar con el fraude electoral. Su orden ha tomado por sorpresa completa a los líderes de las fuerzas armadas y ha resultado en la destrucción total de la recién establecida unidad entre los militares, dividiéndose otra vez en las facciones previamente encabezadas por el mayor general Neit Rafael Nivar Seijas, jefe de la Policía, y el mayor general Enrique Pérez y Pérez, comandante de la primera brigada del Ejército Nacional. Con el fin de tranquilizar el estado de ánimo de los militares que lo apoyan, Balaguer prometió que antes de terminar el mes de mayo otorgará a las fuerzas armadas y a la policía nacional un aumento sustancial en sus salarios”.
Ocho días después, el 27 de mayo, el presidente Carter, adelantándose a los acontecimientos, le escribió a Balaguer: “Me acabo de enterar de los resultados de las elecciones presidenciales en la República Dominicana y quiero expresar mi más fuerte admiración por su actuación como estadista en este período de tan gran importancia para los dominicanos. Su larga e ilustre carrera de servicio al pueblo dominicano asegura que su nombre siempre vivirá entre su pueblo y en nuestro hemisferio. Recuerdo de nuestra reunión en Washington de septiembre pasado cuando me habló de su compromiso con la democracia y sobre elecciones verdaderamente libres. La Junta Central Electoral que usted ayudó a establecer actuó con coraje e independencia para llevar a cabo su compromiso. Al tiempo que usted traspasa el fardo de su cargo a su electo sucesor estoy seguro que la historia recordará su contribución al establecimiento de una verdadera democracia en la República Dominicana como uno de sus más importantes logros”.
De esa forma tan halagadora Carter alababa a Balaguer sin incurrir en ironía.
Ese mismo día Carter escribió otra carta al presidente electo Guzmán felicitándolo y expresando la esperanza de que “las temporales divisiones que resultan de cualquier campaña electoral pronto se verán saneadas y la unidad de la República Dominicana reforzada para poder enfrentar los retos del desarrollo que se avecinan”.
El 15 de junio un informe de la CIA citaba que el almirante y canciller Ramón Emilio Jiménez y el mayor general Salvador Lluberes Montás planeaban ejecutar un plan para mantener restringidas a su base a la Primera Brigada del Ejército a partir del día siguiente, con el propósito de exigir que Balaguer respetase los resultados electorales y permitiese que Guzmán asumiese la presidencia. “Si Balaguer rehúsa, será sacado de su cargo y enviado al exilio dejando al vicepresidente Carlos Goico Morales para que complete los días que quedan del Gobierno de Balaguer”. De acuerdo a Jiménez, tanto él como Lluberes pensaban ese mismo día obtener la cooperación de Enrique Pérez y Pérez y del mayor general Manuel Cuervo Gómez para ejecutar ese plan e informar a Balaguer que debería instruir a la JCE declarar ganador a Antonio Guzmán y que de lo contrario lo sacarían de su cargo. Jiménez explicó que tal movida era imperativa para evitar que Nivar Seijas y otros elementos recalcitrantes del Partido Reformista continuasen en sus esfuerzos por anular las elecciones.
Cualquier plan por parte de Neit Nivar de tomar control del Gobierno crearía una guerra civil. Jiménez agregó que se mantenía fuertemente leal a Balaguer, pero pensaba que “asesores cercanos al Presidente lo han confundido de forma tal que ha dejado de tomar decisiones racionales”. Agregó que no sabía si Pérez y Pérez y Cuervo Gómez aceptarían su plan. Dos días antes, Cuervo Gómez había dicho que Balaguer había perdido su control sobre las fuerzas armadas y que muchos altos oficiales habían perdido su respeto hacia el presidente al no haber tomado una posición fuerte con relación a los resultados electorales y por haber permitido que algunos líderes militares explotasen los resultados para su ventaja personal. Cuervo Gómez manifestó que había sido detenido por varias horas el 12 de junio por órdenes del mayor general Marcos Jorge en un fallido esfuerzo para que apoyase al grupo de Nivar Seijas y sus planes de anular los resultados electorales. Jorge Moreno entonces trató sin éxito de convencer a Balaguer de que sacase de su cargo a Cuervo Gómez.
El 21 de junio el embajador Yost visitó al presidente electo Guzmán y le informó que Balaguer le había dicho que tenía la intención de entregar su cargo el 16 de agosto y retirarse. Guzmán explicó que Balaguer le había dado las mismas seguridades y tenía la impresión que este estuvo en cierto grado prisionero de las presiones de algunos que le rodeaban y que tenían dificultades para ajustarse al hecho de ser perdedores.
Sería tan solo el 13 de julio, un mes antes del cambio de mando, cuando Balaguer públicamente admitió que había perdido.