La Habana — El instituto estatal de cine cubano tiene un mensaje para quienes critican a la isla con base en la nueva película del español Agustí Villaronga: no confundan una búsqueda artística de los márgenes con la sociedad en su conjunto.
Villaronga presentó hace unas semanas en el Festival de Cine de San Sebastián “Rey de La Habana”, una cruda película que sigue las peripecias de Reinaldo, un joven de los años 90 que huye de un correccional para chocar con una Cuba de prostitutas y mendigos.
“Confundir los márgenes con la sociedad en su conjunto no es honesto”, expresó Roberto Smith de Castro, presidente del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), en un artículo publicado en el portal oficial del ICAIC. “Para un creador como Villaronga, a quien le interesan los extremos, esta es una intención legítima”. “Sin embargo, en una entrevista se dice que el director considera que Cuba es el burdel de Europa.
De ser cierta esta declaración, se trataría de una ofensa imperdonable”, expresó el funcionario en alusión a una entrevista que el realizador habría dado al periódico español El Mundo. La cinta fue filmada en República Dominicana luego de que la productora del ICAIC le expresara a Villaronga, cuyos créditos incluyen “El mar” y “El niño de la luna”, su desinterés en apoyar el proyecto.
“El rey de La Habana” se basa en la novela homónima de Pedro Juan Gutiérrez y le mereció a la actriz cubana Yordanka Ariosa el premio Concha de Plata de San Sebastián. Smith de Castro aseguró que la película no fue prohibida en Cuba, como se ha reportado en los medios, y que su ausencia en la próxima edición del Festival Internacional del Nuevo Cine de La Habana obedece a que no fue inscrita para la cita ni ofrecida para su exhibición en Cuba.
“Al margen de los medios, de las declaraciones y las críticas, serán los públicos los que decidan si el filme es una exploración artística de los `sin voz’ o un espectáculo morboso que explota el dolor ajeno”, expresó Smith de Castro. “En relación a nosotros, hace tiempo dejamos de ser los indígenas que podíamos ser exhibidos en las cortes europeas”.