Cuidemos el legado de Tomás Beltré

Cuidemos el legado de Tomás Beltré

Tomás Beltré no dejó suntuosas propiedades en sectores exclusivos de La Romana, no dejó a sus familiares grandes cuentas bancarias ni vehículos de lujo. No sustrajo un centavo de ninguna institución pública ni privada.

No estuvo nunca en la cárcel ni en los tribunales, no tuvo queridas con apartamentos de lujo.

Pero nos dejó a todos los romanenses la enseñanza de que se puede pasar por la administración pública sin mancharse las manos. Se puede hacer política sin sucumbir en bajezas.

Cuenta la historia que luego de pasar ocho años como diputado, volvió a la sastrería a coser, donde había trabajado antes. En tiempos de crisis de valores, en época donde to’ y na’ es lo mismo; cualidades como éstas corren el riesgo de caer en el olvido.

En más de una ocasión, he escuchado por estas calles de Dios, cuando alguien quiere hacer las cosas correctas, suelen decirle “vas a terminar como Tomás Beltré”.

Beltré no fue un pendejo, fue un caballero de la política; Beltré no fue un tonto, fue un munícipe de pueblo, solidario, entregado a las causas comunes, cercano a la gente humilde.

Hoy, nadie puede hablar en mal nada del Compa, todos reconocemos su excelsa bondad y honradez, aunque muchos de esos no merezcan siquiera tomar en su boca el nombre de Tomás Beltré.

Ese legado moral, tan invaluable como inmaculado, debe ser protegido, resguardado y preservado para las presentes y futuras generaciones.

¡Gracias Compa, por enseñarnos tanto!

 

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