¡Cultura & cuarentena!

¡Cultura & cuarentena!

“En estos momentos de confinamiento global es el arte lo que ha prevalecido en las redes sociales: conciertos, músicos, cantantes, bailarines, poetas, recitales, lecturas y exposiciones virtuales han mitigado la angustia y el estrés de miles de personas en todo el mundo. La cultura y el arte han potenciado la creatividad y han logrado unir al mundo a través de la tecnología, cumpliendo así con su función social y humana” … (Mildred Canahuate, 2020).

Cuarentena. Cierre de fronteras. Paralización del transporte masivo (terrestres, marítimo y aéreo) y, en diversas magnitudes, de la producción y el comercio. Confinamiento domiciliario; distancia social y toque de queda nocturno, son sólo algunas de las medidas draconianas dispuestas por los gobiernos y autoridades sanitarias de más de 200 países en todo el mundo ante los altos costos humanos y económicos de los efectos de la pandemia del nuevo coronavirus (Covid-19).

Así, a la misma velocidad de intensificación del mortífero patógeno, prolifera el diálogo global, transdisciplinar, multifrontal y obsesivo sobre el presente y el devenir de la condición humana. Médicos, economistas, filósofos, investigadores sociales, físicos, artistas, religiosos, astrólogos, incluso algunos desquiciados y otros tantos hinchas de ultramundo, profetizan despavoridos una profusión de cambios y trastornos en el orden de la socioritualidad; el sistema económico y ciertas prácticas supremas de la especie: empatía, higiene (íntima y colectiva); sensibilidad, fraternidad, ética y bioética.

Entre los efusivos y paranoicos arúspices de esta nueva peste que ya deja más de 3.5 millones de personadas infectadas y más de 250,000 fallecidas, figuran los que atisban el inevitable prolapso del sistema económico neocapitalista, así como un futuro radiactivo para las relaciones interpersonales tradicionales y los rituales afectivos del caos cotidiano, mientras que otros dialogantes enfatizan en torno la urgencia de nuevas políticas, posibilidades y expectativas de entendimiento de la cultura durante y después de la pandemia.

Desde que la enfermedad del Covid-19 fuera caracterizada como pandemia por la Organización Mundial de la Salud (11.03.2020), la mayoría de politólogos y tribunos del economicismo, subliman la “naturalidad” de las respuestas de la OMS y los gobiernos centradas en la preservación de la vida, la salud de los ciudadanos y la economía. Pero ya son muchos los países, gobernantes y autoridades de Europa y América Latina que han dispuesto recursos económicos considerables y programas de soporte para la protección de las industrias culturales y creativas.

Tales disposiciones prueban de manera axiomática que ante los graves efectos del Covid-19, no todo se está viendo como impacto sanitario y socioeconómico, pues dichas medidas prevalecen ante la realidad unánime y universal de la singularidad de la cultura y sus productos: la cultura es generadora de desarrollo espiritual, empleo, turismo, riqueza económica y conocimiento. ¿Acaso no es la cultura el fundamento esencial de la educación, la individualidad, las identidades diversas y la misma condición humana?

En Santo Domingo, sobre la misión clave y trascendental de la cultura en medio de la tétrica escalada del Covid-19, precisa el especialista en conservación y gestor cultural Ruahidy Lombert: “Estamos en una crisis que afecta nuestros medios de vida y el tejido social. Paradójicamente, mientras enfrentamos esta situación, el arte y la cultura han demostrado ser instrumentos vitales, proporcionando un toque característico que conjuga creatividad y empatía. Esa dimensión vital de la cultura se manifiesta al auxiliar al individuo y a la sociedad en las peores circunstancias…”

Asimismo, basada en una fructífera y respetable constancia proactiva de más de cuatro décadas, la galerista y gestora cultural Mildred Canahuate subraya el papel de las galerías en apoyo a la cultura visual y el arte dominicanos al tiempo que estimulan la sensibilidad de la sociedad: “Este es un momento sumamente importante para que nuestros gobernantes reconozcan el valor de nuestra industria cultural y el papel fundamental que jugamos los galeristas, artistas y gestores culturales como sector esencial para asegurar las necesidades espirituales…”

Y agrega Canahuate: “Las galerías son empresas pequeñas que dependen exclusivamente de la venta de obras de arte. El panorama que se avecina es poco halagador, más bien es de incertidumbre. Por eso creemos necesario que el presidente Danilo Medina apruebe un fondo de emergencia para contrarrestar el impacto del coronavirus en este sector, así como un programa de estímulo para los artistas que incluya la realización de murales en escuelas e instituciones públicas”.

En la misma dirección se expresa el reconocido artista Enriquillo Amiama: “En medio de esta terrible crisis del Covid-19, también hay artistas con familias en franca necesidad y sin ningún tipo de ayuda. Creo que el Estado nos debe dar la mano igual que hace con otros dominicanos…Propongo que el MINC y/o los empresarios, adquieran obras a precio realista. Los artistas podrían donar el 30% del dinero por cada pieza a instituciones del sector salud, para comprar insumos contra el coronavirus. De esa manera, estaríamos recibiendo un beneficio y a la vez contribuyendo a paliar las urgentes necesidades de otros”.

Ante el reclamo de medidas precisas a favor de uno de los sectores más afectados por el aislamiento social preventivo y obligatorio impuesto por el Covid-19, es de rigor anotar que el pasado jueves 23 de abril, la dirección de Comunicaciones del MINC recordaba que el ministro, Eduardo Selman, había encargado a María Elena Ditrén, directora del Museo del Arte Moderno, y a Félix Germán, director general de Bellas Artes, la tramitación de las ayudas que pudiesen requerir los artistas afectados por el estado de emergencia. ¿Otra respuesta rematadora del estado de marginalidad de la cultura en la agenda política y económica oficial?
Mientras tanto, en este contexto, el curador Luís Graham Castillo propone y se cuestiona: “Fuera de todo programa especial del Plan Social de la Presidencia u otro organismo, que bien puede suceder, crear contenidos sirviéndose de las capacidades de nuestros creadores y productores culturales, es garantizar ingresos dignos, fruto directo de su trabajo, en un período donde su cotidianidad ha sido interrumpida. Desde conferencias y talleres, hasta lecturas y obras dramáticas, ya sabemos que se puede… ¿Por qué razón no tenemos las dependencias del Ministerio de Cultura gestionando a ese nivel?”

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