Oí decir que en la era del Jefe una persona podía dormir en un parque con los bolsillos llenos de dinero y no le pasaba nada. La delincuencia y corrupción estaban centralizadas en la figura del dictador. Con el tiranicidio, sus empresas pasaron al Estado, unas, otras a manos de particulares que se apropiaron de las mismas, con el auspicio, indiferencia o complicidad de autoridades de turno. ¿En esta etapa comenzaría la “democratización del fraude y la corrupción?
No sé en qué momento desapareció en el país el que cuando un niño llegaba a su casa con algún objeto o dinero era cuestionado por sus padres sobre el origen de los mismos, dependiendo de la respuesta, era tomado por un antebrazo y se iba donde los vecinos, si no había congruencia, pues había consecuencias.
No sé cuándo y por qué se dejó de impartir en las escuelas Moral y Cívica, donde se enseñaba sobre el respeto a los símbolos patrios y a las personas mayores, educación en valores, buenas costumbres, reforzaba la imagen del buen ciudadano, fomentando la paz, la sana convivencia entre los miembros de una comunidad.
No sé cuándo los profesores en las escuelas perdieron el respeto, dejaron de ser los tutores de los alumnos, que podían corregir malas conductas, lo cual era agradecido por los padres.
En un momento en RD la libra dejó de tener 16 onzas; el galón no tenía 3,7 litros; el gas de cocinar se vende por volumen y no por peso, como debería ser; la leche se “rinde” o se vende suero lácteo como leche; en los colmados hay que llevar un registro del “fiao”, porque de lo contrario la deuda crece como los espaguetis aquellos; en los restaurantes hay que revisar la cuenta porque puede aparecer algún producto que no ha consumido; en los Supermercados debe tener igual cuidado; si compra un carro usado lo más probable es que le hayan reducido las millas recorridas; las reses que se van a vender hay que apartarlas 24 horas antes, porque algunos “vivos” tienen piedra de sal para que los animales se llenen de agua antes de pesarlos; desde hace tiempo está de moda la falsificación de bebidas alcohólicas; un gran negocio ilegal es la venta de medicamentos falsos, poniendo en riesgo la vida de la gente. Y hay miles de ejemplos, la lista se puede hacer interminable. Institucionalmente, te cobran energía que no has consumido; paga agua que no te llega, basura que no te recogen; licitaciones simuladas donde ya están asignados los beneficiados; sobre costos de bienes y servicios; consultorías y asesorías inexistentes que se pagan; la falsificación de los títulos de propiedad desde la misma instancia pública, y un gran etcétera.
Es decir que en RD hay una cultura de fraude y corrupción que permea todos los estratos sociales.
Entonces porqué escandalizarse con el caso de los médicos que han falsificado y plagiado investigaciones, supuestas conferencias o artículos científicos. ¿Era esto desconocido? Claro que no. Incluso les cobraban entre 15 a 20 mil pesos para ponerlos como coautores de trabajos en los que no habían participado, evidenciado cuando en las entrevistas no sabían contestar ningún cuestionamiento al respecto. ¿Pero solo son esos médicos los que hacen fraudes? ¿A ellos no les hacen fraudes? ¿En el proceso no hay tráfico de influencia? ¿Se resuelven algunos “compromisos”?
Y que me dicen con los casos de la corrupción y fraude, pero ya de “grandes ligas”, cual es el ejemplo que se les da a los ciudadanos. En todos y cada uno de los gobiernos que hemos tenido, desde los tiempos de posdictadura, siempre ha habido una serie de personajes del entorno presidencial a los cuales se les atribuyen enriquecimiento desmedido que no podrían explicar, de investigárseles. Gente que entra a los puestos como políticos y salen como empresarios.
Pero en estos como en otros escándalos al final “doña impunidad” se sale con la suya, a menos que no sea un “alita corta”.