Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. Marcos 16: 15.
Cuántas personas que están cerca de nosotros necesitan conocer a Jesús para que sus vidas cambien y sean transformadas. Vemos la condición en que viven: llenos de temores, en pecado, vacíos, repletos de vanidad, depresivos, iracundos, inconformes y un sinnúmero de cosas las cuales demuestran que no están bien.
A pesar de conocer esta situación y saber que tenemos el pan de vida, no nos lanzamos y les presentamos al Salvador Jesucristo a todas esas personas. Por esto es necesario que pensemos que si alguien no se hubiera atrevido a predicarnos, estaríamos en la misma condición en que ellos están.
Solamente con recordar lo que éramos y lo que somos ahora, debemos motivarnos a no ser indiferentes ante las necesidades de los demás. “Dad por gracia lo que por gracia habéis recibido”. Es decir, lo mismo que hemos recibido debemos darlo por agradecimiento a Dios, por lo que hizo al libertarnos de la esclavitud y brindarnos una vida mejor.
Aun cuando las personas no externen sus necesidades, hablémosles de Jesús, porque Él nos ha encomendado predicarles la Palabra, y ha permitido que estén a nuestro lado para que Lo conozcan y se regocijen del que les cambia sus vidas: ¡Jesús!