Como vivía, entre los pobres, campesinos y humildes, así fue despedido de este mundo José, el hermano de monseñor Agripino Núñez que nunca renunció al campo. Se convirtió en un líder social y rural, querido por las comunidades de Baitoa, Zelaya, La Zanja, Los Ranchos, Sabana Iglesia y Las Charcas, donde residió siempre dedicado a la agricultura y la ganadería, aunque nació en La Galeta, Boca de Bao, el seis de octubre de 1934, hijo de Efraín Núñez y Ozema Collado.
En Sabana Iglesia velaron su cuerpo inerte en el aldeano salón parroquial de la iglesia Sagrado Corazón de Jesús donde cuatro sacerdotes concelebraron la misa en el templo abarrotado.
Favorecidos, empleados, familiares, amigos militares, gente del pueblo, le dijeron el último adiós. José era un personaje muy particular, auténtico, casi folclórico, que se enorgullecía de sus raíces campesinas, al que nunca le preocupó expresarse con la i mas marcada, aunque su charla era sabia. Fue un gran lector de la Biblia, jugaba dominó, rezaba a diario y asistía a misa cada domingo.
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Salía poco de aquellos lugares recónditos pero su nieto José Alberto, quien habló del abuelo con lágrimas, dijo que para ir a su casa “no se necesitaba invitación. Siempre estuvo ahí para todos. Era un hombre de trabajo, del campo”.
Fue tan especial que construyó su ataúd desde hace más de 50 años e hizo su tumba en el cementerio de Sabana Iglesia.
José estuvo casado con María Altagracia Núñez, de quien enviudó y con quien procreó a Caridad, Lucila, Zoilo, Oscar y Antonia. Contrajo segundas nupcias con Reyna Francisco (Nelly).
Desde sus diversas enfermedades, por las que guardó cama varios meses, estuvo a su lado el doctor Felipe Sánchez, oncólogo que se graduó gracias a que José fue su garante del crédito educativo con el que se hizo profesional. “ Gracias a Dios nunca le fallé, ni como estudiante ni con el saldo de la deuda”.
José había sido objeto de varios procedimientos quirúrgicos y en medio de ellos sufrió una caída y se fracturó el fémur izquierdo. Sánchez lo acompañó siempre, hasta el final. Cuando le practicaban una gastrostomía consolaba al paciente durante el procedimiento. “Me gusta que me pases la mano por la cabeza”, le expresó. Fueron quizá sus últimas palabras. Le sobrevino un paro cardiaco.
“La muerte está vencida”. A José le sobreviven sus hermanos Juan, Guillermo, Ramón, Marina, Antonia, Jesús, Cristina y Dulce María. Durante la misa hablaron también Juan y Efraín Núñez. Juan, quien también despidió el duelo, dijo que “la muerte no tiene la última palabra, pues fue vencida por Cristo con su resurrección gloriosa. Dice Pablo que si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra religión…”.
Añadió que ni el hijo de Dios se libró de la muerte, pero después del tercer día resucitó. “Y el mismo Jesús nos dijo que la señal definitiva de nuestra fe es la resurrección”.
“La muerte está vencida y pasamos por ella porque es el encuentro definitivo con Dios, que nos ha creado para que descansemos en Él”. “José sufrió mucho, pero está en los brazos del Señor junto a sus padres y a sus hermanos Agripino y Martín”.
José era muy apreciado entre miembros de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional. Sobre un elevado panteón, un corneta le dio el último adiós.