Daniel Boorstin. Una reflexión y un aprendizaje

Daniel Boorstin. Una reflexión  y un aprendizaje

El primer gran descubrimiento fue el tiempo, el terreno de la experiencia. Solo señalando los meses, las semanas y los años, los días y las horas, los minutos y los segundos, pudo la humanidad liberarse de la cíclica monotonía de la naturaleza. El correr de las sombras, de la arena y del agua, del tiempo mismo, traducido al staccato del reloj se convirtió en una útil medida de los movimientos del hombre a través del planeta. Los descubrimientos del tiempo y el espacio llegaron a ser una dimensión continua. Las comunidades de tiempo produjeron las primeras comunidades de conocimiento, las maneras de compartir el descubrimiento, una frontera común de lo desconocido.
Francis Bacon, Of Innovations (1625)

Al finalizar la entrega 9 de esta serie, me quedé pensativa, tanto que esa tranquila mañana de domingo, mi esposo Rafael reparó en mi silencio, y me preguntó qué me pasaba. Le respondí que tenía la duda si debía seguir escribiendo sobre Boorstin o no. ¿Por qué me preguntó, al escuchar mi respuesta? Podría cansar, le dije. Me apasiona a mí, pero podría aburrir a algunos de los lectores.
Y que este hombre Boorstin es un maestro de la escritura. Otra de sus grandes obras, que apareció antes que “Los Pensadores”, que se llama “Los Descubridores”, cuya edición en español tiene fecha de 1986, está compuesta por tres tomos, cada uno de casi 400 páginas. Y la tercera obra de esta trilogía magnífica es “Los creadores”, publicada inicialmente en 1992 tiene nada más y nada menos que 3,985 páginas. Sería un abuso de mi parte, hacer unas referencias a estas monumentales obras, pues me tomaría todo este año y el que viene para abordar solo una de las dos.
Respecto a estas dos obras, y justamente cuando salió publicada “Los Creadores” Boorstin escribió[MA1] :
“Después de “Los Descubridores” que es el relato de la búsqueda del hombre para conocer el mundo y conocerse a sí mismo, adquirió aún mayor firmeza mi convicción de que la búsqueda del conocimiento no es más que un camino hacia la realización humana. Este libro, que constituye una visión desde el Occidente ilustrado, es una saga de los héroes de la imaginación. Mientras que Los Descubridores narraba la conquista de unas ilusiones –las ilusiones del conocimiento- esta será una historia de visiones (y de ilusiones) de nueva creación. En efecto, es la historia lo que cuenta cómo en todas las artes los creadores han engrandecido, embellecido, imaginado y adornado nuestra experiencia. En tanto que la ciencia antigua solo tiene un interés histórico y Galeano y Ptolomeo solo permanecen vivos para el erudito, las artes antiguas son tesoros vivos para todos nosotros.
“Estos creadores, hacedores de lo nuevo, no pueden nunca llegar a quedarse obsoletos, porque en las artes no existe la respuesta correcta. La historia de los descubridores se podría contar en un mero orden cronológico, porque la ciencia nueva sustituye a la anterior. Pero no ocurre lo mismo con la historia de las artes, una historia de adiciones infinitas. Debemos encontrar un orden en el proceder desordenado de la imaginación”.[1]
Confieso que leer a este hombre me provoca envidia sana. Su erudición es impresionante. Es capaz de escribir acerca de la antigüedad en Occidente para luego pasar, sin problema alguno, al pensamiento en ese mismo período en el otro extremo del globo: Oriente con todas sus variaciones.
Pienso que la gran enseñanza de las obras de Boorstin, como el mismo lo expresa la enseñanza del caminar humano a través del tiempo ha sido la insatisfacción y la búsqueda. Yo agrego, además de autodestruirnos a través de la guerra, hemos sido creativos, buscadores, inquietos y hemos creado, hemos inventado para dominar el medio ambiente.
Mientras escribía estas palabras pensé que había iniciado mi carrera como columnista en 1992, y que este año cumplo 25 años escribiendo estas columnas, que terminaron llamándose “Encuentros” y que encontraron su casa en AREITO, he aprendido mucho, más que mis lectores. He constatado que en cada entrega debo leer y buscar mucho. A veces la poesía que engalana el inicio me cuesta encontrarla y he de dedicar tiempo para localizar la que satisface mi espíritu. El desafío de escribir cada semana para no aburrir, constituye una inspiración para pensar siempre en nuevos temas, nuevos autores y nuevas perspectivas.
“Encuentros” me permite transitar nuevos caminos del conocimiento. Guardando las diferencias con ese gran erudito objeto de mis preocupaciones durante estos dos meses, ha sido el motivo para estudiar y conocer temas expuestos en mi lista de pendientes. A través de estas páginas he escrito sobre Octavio Paz durante tres maravillosos meses. Estas lecturas me permitieron conocer a este monstruo de la literatura y el pensamiento, que conocía y desconocía al mismo tiempo. Me encantó su manera de pensar y plantear las cosas, pero sobre todo, quedé impresionada con la belleza de su prosa y poesía.
También dediqué un largo período para conocer el llamado “pensamiento complejo”. Durante largos meses me introduje al pensamiento de su creador Edgar Morin, un francés universal que con sus ideas ha querido hacerle frente al maniqueísmo seudo científico de la ciencia positiva.
Hace algunos años, después de una crisis personal de salud, me dediqué a leer sobre medicina alternativa. De estas lecturas nacieron muchos artículos. Recibí algunas llamadas de médicos conocidos y desconocidos, que me cuestionaban por qué me había metido en terreno tan desconocido. Solo les respondí: quería aprender.
¿Estoy conforme con ese ejercicio intelectual que hice? ¡Claro que no! ¿Saben por qué? Porque como escribió Boorstin, la búsqueda, la inconformidad, la humildad y el deseo de aprender es lo que nos debe guiar.
Amiga Magdalena Rathe espero que esta serie haya sido de tu agrado. Sé que la has disfrutado porque me lo has hecho saber. Seguimos en la próxima.
[1] Daniel Boorstin, Los creadores, ePub r1.0, ESPA-PDF, p. 12.

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