El Presidente Danilo Medina habla lo que quiere, cuando quiere y con quien quiere. Y se hace acompañar por quien le da la gana.
Esa ha sido la praxis prevaleciente en la relación prensa y poder durante la presente administración, favorecido el gobernante por la moderna tecnología del internet, las redes sociales y el diarismo digital, cuyo uso oficial eficiente conserva alta la imagen del Jefe del Estado, haciéndola menos dependiente de la prensa convencional, mientras la información del gobierno fluye a través de los medios de comunicación, redituándole beneficios políticos imponderables.
Menciono un par de situaciones: las famosas “visitas sorpresa” del Presidente Medina han sido exitosas sin la cobertura de la prensa independiente. Son “para uso oficial solamente” y para el periodista que raramente logre ser invitado y el mandatario reformó la Carta Magna para la reelegirse sin abordar abiertamente el tema con la prensa tradicional.
Generalmente, Medina incursiona en la opinión pública a través de elaborados discursos, raramente los improvisa; no concede entrevistas, ha asistido a esporádicas conferencias de prensa cuya temática se concierta previamente; tampoco ha invitado en sus viajes al exterior al tropel de periodistas independientes pagados con los fondos públicos.
El presidente de la Sociedad Dominicana de Diarios, Persio Maldonado, tiene razón cuando critica el proceder mediático del Presidente Medina, quien suele hablar a través de sus portavoces –Roberto Rodríguez Marchena, Director de Comunicaciones, y últimamente José Ramón Peralta, Ministro Administrativo de la Presidencia- cuyas declaraciones jamás traducen la autoridad y credibilidad que dimanan del gobernante.
Por eso, Peralta sonó arrogante y despectivo cuando ripostó diciendo que Medina fue electo para gobernar y no para hablar. Desafortunada aseveración, pues desconoce que gobernar significa hablar, comunicar, dirigir, informar y orientar.
Que el éxito no obnubile su pensamiento, señor Presidente.