Desde sus años juveniles como profesor de enseñanza secundaria ya era considerado como “de primera categoría”. A partir de entonces se iniciaron sus luchas por elevar las condiciones profesionales y laborales de los maestros y la calidad de la educación en República Dominicana.
Sus esfuerzos cristalizaron en 1970 cuando participó en la fundación de la Asociación Dominicana de Profesores, ADP, junto a Ivelisse Prats de Pérez, Enrique de León, Héctor Jiménez, Antonio Lockward, José Nanún y otros, enfrentando la represión del gobierno de Joaquín Balaguer, realizando recorridos clandestinos por el interior, evadiendo la persecución policial.
Darío Solano, cuyo nombre se asignó a una calle que aún espera en el mapa y el territorio de Santo Domingo, enriqueció su nivel profesional al formarse en la filosofía del materialismo dialéctico, “predominante en la UASD durante los años 60-70”, según revelaciones del profesor Rafael Morla, su amigo entrañable, aliado en lo político y en lo académico.
Es quien mejor conoce la historia del abnegado educador al que, por esa cercanía, buscó como padrino de sus bodas con la comunicadora Margarita de la Rosa, el 26 de mayo de 1984. Las fotos de ese memorable evento familiar, fueron quizá las últimas tomadas al ilustre catedrático. Un mes después fue embestido por un motorista que se desplazaba a alta velocidad por la avenida 27 de Febrero, frente a la panadería “Sum”.
Ese es el trágico suceso por el que muchos lo recuerdan, excepto quienes le acompañaron en sus afanes gremiales o fueron discípulos y compañeros de ideales y cátedras.
Morla cuenta que Solano cursó maestría en metodología en la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, donde fue discípulo del filósofo y lógico de ese país, Eli De Gortari, “un marxista confeso, defensor del materialismo dialéctico e histórico”, por quien manifestaba sentir orgullo de haber sido su alumno.
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Fue, además, profesor de las escuelas de Filosofía e Historia, pertenecientes a la facultad de Humanidades, de la que luego fue director para el periodo 1984-1986. Morla lo presentó ante las asambleas de la Escuela de Filosofía y de la Facultad de Humanidades.
“Ejerció su condición durante los meses de marzo, abril y mayo y principio de junio en su despacho, recibía a todos y les hablaba de su proyecto de realización académica”.
Rafael Morla, exprofesor y exdecano de Humanidades, historiador, filósofo y exdirector de la Escuela de Filosofía de la Autónoma, narró que el intelectual guatemalteco Marco Antonio Sagastume, quien conoció a Darío en México, declaró en una visita a la casa de estudios que este ayudó a muchos exiliados, ofreciéndoles apoyo moral y económico. Destacó su calidad humana y sus sentimientos fraternos.
“Comencé a tratar a Darío como cercano en 1983 mientras cursaba con él la asignatura Metodología del Pensamiento Científico. Sentí un académico profesional, consagrado, preocupado por adquirir y transmitir el saber, y que vivía plenamente lo que hacía”, sostuvo.
“Un mundo mejor”. El profesor Morla se ocupó de investigar la historia personal de Darío Solano, pero fueron pocos sus hallazgos. Además de las fotos en que aparece como padrino de su boda, reprodujo el retrato que se exhibe en la facultad de Humanidades.
El Nacional del 22 de junio de 1984 publicó que Solano era nativo de Santiago.
En la capital fue profesor en el liceo nocturno Eugenio María de Hostos.
Estuvo casado con Juana Francisca Gómez Paredes, ingeniera, “profesora muy querida de matemáticas”, significa Morla.
Era el padre de Carlos y Daruin Solano y de Elizabeth Gómez.
Morla concluye: “Al mes de la boda, a menos de cuatro meses de ser electo director de la Escuela de Filosofía y Humanidades, Darío fue abatido por un desaprensivo motorista… Fue llevado al hospital “Darío Contreras”, pero era tarde. Fue un jueves Corpus”. Velaron su cadáver en el Alma Máter de la UASD.
“Así terminó la vida de un hombre de gran sensibilidad social y humana, que creyó en la justicia social, en un mundo mejor, con igualdad de oportunidades para todos”, agregó.
La calle
La doctora Flavia García solicitó que una calle de Santo Domingo llevara el nombre de “Prof. Darío Solano”, petición que fue complacida por el Ayuntamiento del Distrito Nacional a través de la resolución 109/2000, del 22 de junio de 2000. Esta disposición no se ha aplicado.