En el Evangelio de hoy (Lucas 14, 1. 7 – 14) Jesús nos desafía: “cuando des una comida o un banquete, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos”.
Un banquete es un asunto serio. Se escoge el día, la hora, se hace una lista de invitados, el lugar, el menú y las bebidas. Un banquete es un derroche de inteligencia, buen gusto, cordialidad, relaciones públicas y pericia en varias artes antiguas. A la puerta de un banquete nos reciben los anfitriones engalanados.
Jesús nos exhorta a invitar a los pobres a esa dimensión de nuestras vidas donde damos el banquete de nuestra excelencia.
Puede leer: La puerta estrecha dominicana
Los que hemos recibido formación estamos llamados a servir con lo más refinado de nuestras competencias y ser anfitriones y comensales del banquete para los que jamás podrán pagarnos.
A los profesionales nos toca organizar junto con los pobres un banquete excelente.
Empieza humildemente, por ponerte a las órdenes de los que ahora mismo ya construyen una sociedad diferente junto a los pobres, “hazte pequeño” (Eclesiástico 3, 18).
Investiga los bellísimos esfuerzos que ya existen en Dominicana y comprométete con tu excelencia, que los pobres te darán cátedra de solidaridad.
Nuestra pobreza no será derrotada con migajas de tiempo y recursos, ni con sobras recalentadas. ¡Hay que armar un banquete!
El P. Velaz (1910 – 1985), fundador de Fe y Alegría, Proyecto de Educación Integral Popular, afirmó: “La educación de Fe y Alegría no puede ser “una pobre educación para los pobres”, sino que tiene que ser una educación de calidad, “la mejor educación para los más pobres”.