De bolas, de boleros y de canicas

De bolas, de boleros y de canicas

Las frases: dar o recibir /bolas/, dar o no dar /bola/ para algo, y otras expresiones familiares o cercanas, forman parte del coloquiario dominicano.
Digo: – Compré tal pieza para el horno de la estufa, pero no me dio /bola/.
– Fulano me ofreció una /bola/ hasta Los Alcarrizos.
La palabra /bola/ está documentada en el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), que consigna: En República Dominicana significa ‘trasladar gratuitamente a una persona en una ruta determinada’, en vehículo de motor.
Con la primera frase dejamos dicho que algo no dio bolas (no sirvió) para resolver el desperfecto o la función de una cosa; o que alguien (persona) no sirve para nada.
Cada ejemplo tiene su función y matiza el mensaje con el alcance correspondiente.
En estos sintagmas lo que está en juego es la palabra /bola/ para concretizar el contenido de cada aplicación.
Los demás componentes de la formulación verbal sirven para ofrecer el contenido de las frases o corresponden a partículas de alguna utilidad (enlace) de usos limitados, para fijar el relieve semántico de la estructura sintáctica.
En el juego de la pelota decimos: “base por bolas”, cuando el lanzador “concede” al bateador del equipo contrario cuatro /bolas/ malas, lo cual favorece a este último con una base y que conlleva otras consecuencias, según el estado o circunstancias del encuentro.
En el Diccionario critico-etimológico de la lengua castellana, de Joan Corominas, volumen I, letra A-C, editorial Gredos, Madrid, 1974, se ubica el término /bola/ dentro del conjunto de los dialectos antiguos y modernos del sur de Francia, y se asimila al latín bulla, que significa ‘burbuja’ ‘bola’. Corominas afirma que en la “Edad Media se decía /pella/ para ‘bola’, ‘pelota’.
También /bola/ se asimiló a ‘mentira’. En algunos juegos /bola/ se equipara con ‘pelota’, ‘canica’ y ‘birlo’. Este último vocablo está emparentado con ‘ladrón’.
El lexicólogo apunta derivaciones: bolado, bolear, boleadoras. Incluye, además, ‘bolero’, y apunta las acepciones: ‘bailador profesional’, ‘aire popular bailable, de movimiento majestuoso’. Sin embargo, el propio Corominas deja constancia de que no está bien averiguado si /bolero/ deriva de /bola/ o de /vuelo/ por aquello de ‘airoso’, ‘majestuoso’.
Martín Alonso afirma que el término /bola/ proviene del latín /bulla/, que significa ‘ampolla’, ‘burbuja’, y que lo recibimos del griego /boleé/ = ‘lanzamiento’. Así camina apareado con el juego de pelota o “béisbol”. Alonso afirma que /bola/, sustantivo femenino, ingresó a nuestra lengua en el siglo XV, que denota ‘cuerpo esférico de cualquier materia’ e incluye otros sentidos, derivaciones y construcciones gramaticales establecidas a través de los años.
/Bolero/ es, en lenguaje coloquial, un adjetivo aplicado a la “persona que dice muchas mentiras”. Y como sustantivo, es la “persona que ejerce el arte de bailar el bolero o cualquier otro baile nacional de España”. También se le llama bolero a la canción de ritmo lento, bailable, original de Cuba, muy popular en el Caribe, de compás de dos por cuatro.
En Méjico llaman bolero al “limpiabotas”.
Y de /canicas/, ¿qué? Canicas son las bolas pequeñas que usan los niños para jugar. Son hechas de vidrio; ha sido lo usual en nuestro medio.
De tal manera que /canica/, aún con nombre tan diferente, pertenece, de alguna manera, a la familia de palabras encabezada por el vocablo /bola/.

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