El sermón de las siete palabras, durante los actos litúrgicos de la iglesia católica de la pasada Semana Santa, replanteó el debate en nuestro país sobre si es o no correcto que se caracterice como dictadura a los gobiernos del PLD, sobre todo el actual. Los siete sacerdotes que tuvieron a cargo las siete palabras arrobaron y ampliaron el temor expresado por el Arzobispo Metropolitano de que si el país no despierta podríamos caer en una dictadura. Ese temor, compartido por diversos sectores de la oposición política y de la sociedad civil, plantea la discusión sobre el concepto dictadura y el siempre pertinente tema de la democracia. Además, naturalmente, sobe la naturaleza del partido en que se ha sostenido el PLD para gobernar.
La idea de dictadura que ha quedado en el imaginario colectivo, sobre todo del de este país, es la de gobierno policíaco, abiertamente represivo, sin el más mínimo resquicio para expresar públicamente las opiniones desafectas al régimen, con cárceles llenas de presos políticos, con partido único y periódico único, etc.. Esas no son las características del actual ni de los anteriores gobiernos del PLD. Pero sí son elementos característicos de una dictadura, y de este gobierno, el acoso, humillación, amenazas y persecución a los jueces que osen ser independientes, que integre las Altas Cortes esencialmente por jueces militantes y/o afines al partido del gobierno.
Igualmente, la compra masiva o extorsiones a la mayoría de comunicadores de la prensa escrita, radial, televisiva y digital, para que escriban a favor del régimen o para que omitan informaciones que lo desfavorezca, la compra o extorsión a la mayoría de congresistas para cambiar la Constitución y/o posibilitar la reelección del Presidente. El hecho de que este gobierno haya surgido de unas elecciones (por demás inicuas), no es suficiente para decir que no es o que no pueda devenir en dictadura. Abundan ejemplos de gobiernos dictatoriales que han surgido por vía democrática. Uno de los problemas de la democracia, es que a través de ella pueden surgir gobiernos dictatoriales; por ejemplo el de Hitler. Nada más, nada menos.
En general, los gobiernos son reflejos del partido de sus presidentes. El PLD nunca ha sido un partido esencialmente democrático. Recordemos que Bosch nunca aceptó una idea sobre la táctica de ese partido que no fuese la suya. Para imponerla no titubeó en amenazar con abandonarlo si esta no era asumida por todo el partido y en más de una ocasión lo hizo, tanto en el entonces PRD, como en el PLD. El actual enfrentamiento entre Leonelistas y Danilista es un reflejo de la incapacidad de ese partido de dirimir sus conflictos internos a través de métodos realmente democráticos: avasallan al adversario interno. Cuando son gobierno avasallan la oposición.
Eso es parte del ADN del PLD, que le impide política e ideológicamente gobernar teniendo como marco los valores esenciales de la democracia, incluso de los simplemente formales. Quizás, unas vacaciones fuera del poder podrían ayudarlo a convertirse en partido democrático, tolerante de las ideas contrarias, sean de sus militantes o de sus adversarios. Quizás sea ese el deseo del 58.4% de la población, expresado en la última Encuesta Gallup/Hoy….