Oh América infeliz, que sólo sabes de tus grandes hombres cuando son tus grandes muertos.
(Federico Henríquez y Carvajal)
Desde su nacimiento, el merengue ha sido resorte de protestas sociales, porque desde que nació ha ido de la mano con las víctimas de la pobreza y las injusticias. Es una condición que está estampada en diferentes propuestas musicales latinoamericanas y nuestro ritmo no escapa de aquella peculiaridad.
Escuchando algunos temas del repertorio popular dominicano, distinguí uno interpretado por la orquesta de Rafael Solano. Este era el conocidísimo Siña Juanica:
Ay Siña Juanica de por Dios Siña Juanica/se me muere el niño y no tengo medicina.
Siña Juanica es una expresión de los campesinos, donde se denuncia la pobreza al cuadrado que vivió la población rural en la era de Trujillo.
Recuerdo la que quizás fue la primera vez que escuché a Siña Juanica. Me encontraba en Jánico, embriagado por un friíto y el colorido de un domingo en la mañana, y a la espera de una carne asada. La tranquilidad proporcionada me dejó analizar aquellas letras:
…Vendo el gallo bolo y la puerca bolanchina/ por cuatro clavados se los doy Siña Juanica. Lo que conocí del merengue y el recuerdo de aquel ambiente Campeche, me inclinan a preferir esta obra musical popular. Hay que oír los versos para que llegue la imagen de aquella madre desesperada ante la agonía de su hijo enfermo:
Se me muere el niño/ tiene tos ferina/ y no tengo cuarto/ pa´la medicina…Una curandera/ que hay en el batey/ dice que lo cura/ con rompe saraguey… Para terminar con el infelíz/vamolo a bañá/ con ají tití.
Me gusta la versión de la orquesta de Solano donde una voz, que hace el papel de la curandera, trata de animar al niño enfermo:
Venga redondo bola e´fuego/ venga acá vida mía, belleza/ ven acá dame guto…
Este merengue es de la autoría de Félix López Kemp, un músico empírico y compositor natural que nació en Puerto Plata, el 2 de Mayo de 1917 y murió 52 años después, como muchos de los inmensos hombres y mujeres que han engalanado el arte dominicano: Pobre y olvidado.
Sus quejas sociales se plasman en otros merengues como el archi-conocido La Miseria:
Se lo dije a mi sobrino aquí/ no te vaya más de tu país/ que la cosa no está buena allá/ la miseria está acabando.
También escribió María Engracia:
Yo no como la batata/ porque me da jervedero/ a mí me gusta la papa/ de la que comía mi abuelo.
Estos son retratos de la desgracia asignada a nuestra gente, la cual este compositor supo plasmar.
Otros merengues de Félix López son El Tiriri y Fiesta en la Joya, entre otros.
Con Siña Juanica retomo algo que en una ocasión escribí en esta columna. Me refiero al articulo Del dolor que se baila, donde hablé de la extraña virtud que tiene el caribeño para contar con música, y precisamente con música alegre, su desdicha.