Una reseña de Diario Libre de fecha jueves 6 de julio en curso (2015) trata acerca de la desigualdad de salarios entre hombres y mujeres en la República Dominicana, y anota otras inequidades en las relaciones laborales hombre-mujer.
Es una simple nota introductora de primera página, por lo cual no se desarrolla allí mismo, sino que remite a una sección dentro del cuerpo del periódico.
El avance en la primera página ofrece la titulación:Las mujeres ganan el 79% de hombres.
Es redacción ambigua que puede poner al lector a entender en forma directamente contraria a lo que se quiere decir. En efecto, en la página, donde ha sido destinada la información completa (p. 19), el encabezamiento o rótulo expresa.
Afirman mujeres sólo devengan 79% de lo que ganan los hombres.
Estas diferencias dependen del encadenamiento propio de la celeridad que impone el sistema de trabajo de la prensa escrita: tiempo, espacio disponible, diversidad de personas que manejan y/o deciden la inserción de una noticia: uno escribe la nota, intervienen los correctores, tituladores hasta el pluriempleo envolvente.
En el primer titular: ¿Las mujeres ganan qué? ¿El 79% de los hombres? ¿Es ese el precio por sus jornadas laborales?
Más adelante, por suerte, el título de aquella información (p.19) despeja la ambigüedad cuando dice:
…Mujeres sólo devengan 79% de lo que ganan los hombres.
No obstante, no es el caso sintáctico-gramatical lo que deseo comentar. Aparte de todo cuanto significa el desenvolvimiento, naturaleza, complejidades del idioma y otros pormenores, me inquieta intercambiar acerca de algo que tiene que ver con la valoración de la mujer y sus realizaciones de las últimas décadas, que han significado posicionamientos notables en el mundo laboral y en el rol de la familia que apuntan hacia la equidad y el entendimiento entre ambos responsables de la estabilidad del núcleo de mayor trascendencia en el orden social.
En efecto, mueven mi interés, particularmente, los trabajos de investigación de Helen I. Safa (1930-2013) sobre el trabajo de campo en antropología social, con datos estadísticos sobre el incremento de mujeres trabajadoras en industrias de Cuba, Puerto Rico y la República Dominicana. Las investigaciones dieron origen al libro “De mantenidas a proveedoras: mujeres e industrialización en el Caribe”.
Las últimas décadas han sido reveladoras del valor de lo que hace la mujer en diferentes órdenes y actividades. Su desempeño no es limitado, restrictivo. Alcanza mucho más allá de lo que se ha pretendido reconocérsele.
Los centros de trabajos de diferentes oficios han ido nutriéndose del talento, de la capacidad y de la disposición de cada mujer que ingresa y ofrece su entrega. Nunca fue solamente para la procreación y sus derivaciones.
Poco antes de su fallecimiento (2013), Helen I. Safa confirmó:
“[… Yo diría que ninguna de aquellas mujeres (liberadas), aunque no tengan trabajo, vaya a volver al modelo del hombre proveedor].
La doctora Safa puntualizó: “Los hombres tampoco tienen empleos decentes. Pero aunque los tuvieran ya las mujeres han conocido la autonomía y no la quieren abandonar”.
En San Juan de la Maguana, dice la investigadora, conocí a una mujer mayor de edad que había trabajado con una ONG por veinte años, y le pregunté:
–Después de todos estos años ¿qué ha aprendido?
Ella me contestó:
–Siempre sabíamos que teníamos responsabilidades; ahora sabemos que tenemos derecho.
“Son personas como ellas las que nos inspiran a seguir hacia adelante”, concluyó doña Helen.
Nota: Ver la revista Sociales, órgano de la Academia de Ciencias de la República Dominicana, No. 6, P. 145 y siguientes.