Podemos estar tristes y felices viendo una exposición. Así mismo nos sucede en el Museo Fernando Peña Defilló que presenta creaciones de Jenny Polanco y de Raúl Recio: la memoria se une a la fruición.
Estamos tristes porque Jenny Polanco fue, en el dominio de las artes, la primera víctima de la siniestra pandemia. Estamos felices porque vemos una magnífica exposición. Un homenaje al talento de una mujer extraordinaria comparte los encantos de la moda y de la pintura, gracias a Raúl Recio.
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Arte y Moda
La importancia de la moda es estéticamente indiscutible. Hoy, la imagen, que se transmite por todos los medios y los medias, sigue situando a la gente según los atuendos que lleva. Respecto a la estética, no cabe duda de que la moda se define como un arte para llevar en el cuerpo y adquiere más valor cuando un diseñador crea un modelo y lo ejecuta en pocos ejemplares o aun en pieza única. Quien diseña colecciones de alta costura es un artista. Nuestro Oscar de la Renta constituye el mejor testimonio de ese nexo entre moda y arte.
Jenny Polanco es otro testimonio de esta interdisciplinaridad. Más allá de sus diseños, ella amaba las artes visuales, y no solo de una manera pasiva. Gestora de un centro cultural en La Romana, lo concebía como lugar de comunión con el arte, y era amiga de los artistas. Por Raúl Recio ella sentía una particular admiración, mantenía con él un diálogo permanente, y ambos planeaban una colaboración fructífera.
Esta exposición, “Oda al Caribe, arte, moda y tradición”, la consideramos un homenaje a la memoria de Jenny, que nos permite admirar la pulcra y auténtica belleza de sus trajes, acompañada aquí por acuarelas y pinturas.
Los paisajes de Raúl Recio, reales-maravillosos, son una nueva aproximación a la naturaleza por un artista superdotado y travieso cuando plasmaba sus “Piscinas del Placer”…
Jenny Polanco
En un primer enfoque expositivo, con una museografía perfecta, los trajes de Jenny Polanco destacan a la vez sencillez y refinamiento, con una audacia discreta que revela, respeta y distingue el cuerpo femenino.
Sus famosos botones de ámbar iluminan el blanco de la tela… hasta se convierten en una constelación mágica. A los trajes, una muestra de accesorios y joyas, añade un toque artesanal, criollo y lujoso.
No nos cabe duda de que una futura colección, inspirada por Raúl Recio, hubiera subrayado la originalidad de Jenny Polanco
Raúl Recio
El circuito, propiciado por el Museo Peña Defilló, sin descartar la parte de moda, acentúa luego los encantos de la pintura, que sea una serie de pequeñas marinas y líricas olas, o grandes cuadros boscosos, alternando una escritura verdeante de signos como duendes de la foresta, y una vegetación tropical lujuriante, salpicando al espectador con los borbotones de agua.
Ahora bien, para disfrutar máximamente los paisajes de Raúl Recio recomendamos caminar hasta el Centro Cultural de España, y (ad)mirar su exposición “Hasta que el paisaje nos separe”, introducida por un texto ejemplar de Rita Indiana, que plantea, en la interpretación de la naturaleza por el artista, “la espesura fronteriza entre lo abstracto y lo figurativo”.
Es un verdadero placer visual para quienes se aventuran en los paisajes espectaculares de Raúl Recio: formas geométricas y condensadas a la vez, arreglos libres y naturales, nocturnidad ardiente de luz, neo-impresionismo y abstracción del amanecer, y mucho más.
La libertad de estilo culmina en equilibrio y composición, en sorpresas y deleites (in)esperados.
Ambas exposiciones, en el Museo Fernando Peña Defilló y en el Centro Cultural de España, se inscriben en la fiesta de arte que nos ha ofrecido la Ciudad Colonial.