A raíz del cierre provocado por la pandemia la mayoría de los Gobiernos aplicaron políticas fiscales y monetarias expansivas para aminorar la recesión, sin embargo con la recuperación comenzaron a subir los precios de los “commodities”, por efecto de la interrupción de la cadena de suministros y la respuesta lenta de la oferta, provocando una inflación generalizada en 2021, que muchos bancos centrales y gobiernos consideraron se superaría a mediados de 2022, pero la invasión de Rusia a Ucrania agravó la situación inflacionaria y la mayoría de los bancos centrales comenzaron a incrementar sus respectivas tasas de política.
El aumento de las tasas funciona cuando se trata de una inflación por efecto de un exceso de demanda o de moneda en circulación, el problema actual es que en muchos países, por ejemplo los Estados Unidos y la República Dominicana, tienen una inflación con un componente monetario, pero el mayor componente es debido a un choque de oferta y en esos casos el alza en la tasa de interés no es efectiva a corto plazo e induce a recesión.
Hay precedentes de como la política monetaria de alza de tasas de interés para controlar una inflación derivada de un choque de oferta, puede provocar una estanflación que afecte al resto del mundo, como ocurrió en los Estados Unidos entre finales de la década de los 70 e inicio de los 80.
El choque petrolero de 1979 provocó en los Estados Unidos una inflación de 11.25% en 1979; ese año fue designado presidente de la Reserva Federal Paul Volcker y en 1980 la inflación alcanzó 13.55 por ciento, conjuntamente con una caída del producto (estanflación), se aplicó una política monetaria que estimuló un aumento de los tipos de interés de 10.5% en el momento de la designación de Volcker a 17.5% en abril de 1980.
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La inflación cedió lentamente y en 1983 había disminuido a 3,21% y el PIB creció 4.6%.
El precio fue dos recesiones y el aumento del desempleo en Estados Unidos que llegó a 10.8%.
Esa recesión se propagó a la economía global y el alza de los tipos de interés fue demoledor para América Latina, donde la mayoría de los países se vieron obligados a declarar una moratoria, fueron sometidos a severas políticas de ajustes con el Fondo Monetario Internacional y el impacto económico y social fue de tal magnitud que a los 80 se le denominó “la década perdida”.
En la actualidad la Reserva Federal de los Estados Unidos ha incrementado su tasa de referencia desde prácticamente cero a un rango entre 3.75-34.00%, la más alta desde la crisis financiera de 2009, sin embargo la inflación anualizada de un pico de 9.1% en junio se ha reducido apenas a 8.2% en septiembre.
En República Dominicana un aumento de la tasa de política de 3% en noviembre 2021 a 8.5% en octubre de 2022, le ha dado un “pellizquito” a la inflación de un pico de 9.64% en abril a 8.63% en septiembre.
El alza generalizada de las tasas de políticas por los bancos centrales va a inducir a una recesión de gran calado en la mayoría de los países y cuando eso suceda se va a desplomar la demanda agregada y caerá la inflación.
El costo será mayor desempleo, más pobreza y para América Latina el choque del endeudamiento caro.