Las voces de abajo
vidalitá
están casi mudas
pero los gendarmes
vidalitá
matan por las dudas
no saben en dónde
vidalitá
se enredó el enredo
por las dudas llevan
vidalitá
chalecos de miedo
dudan los dudosos
vidalitá
duda poca gente
dudan los esbirros
vidalitá
duda el presidente
pero si supieran
vidalitá
lo que el pueblo sabe
ya no dudarían
vidalitá
que duda te cabe
conseguir lo justo
vidalitá
cuesta dios y ayuda
pero se consigue
vidalitá
no te quepa duda
yo tan sólo dudo
vidalitá
cuando es más barato
si para mañana
vidalitá
o dentro de un rato.
Poema “vidalitá por las dudas”
de Mario Benedetti
Este es el primer artículo del año 2020. Después de varios días de tranquilidad, de comidas abundantes (privilegio que solo pertenece a algunos, los que podemos comprar comida), de compartir en familia y amigos, la vida vuelve a la terrible cotidianidad, a la normalidad con sus vueltas y revueltas.
Me preguntaba al sentarme a iniciar el ciclo del año 2020, si debía escribir este artículo de inicio de año, complaciendo a mis lectores, o aprender más a través de mis lecturas. Me surgió la duda y me atormenté por esta razón. Los que siguen esta columna son los que le dan vida, los que me inspiran cada semana. Las lecturas me ofrecen la oportunidad de viajar al infinito mundo del conocimiento. Unos aman estos artículos porque también aprenden mucho como yo, pero otros prefieren los artículos de la vida, los humanos, porque como todos, sufren, sufrimos, de los mismos problemas o tienen las mismas ansiedades.
En mi vida cotidiana, me he encontrado con desconocidos que me detienen y me hacen comentarios sobre los artículos, si han disfrutado algunos de los artículos, o si odiaron otros, porque eran demasiado intelectuales, o, por el contrario, porque eran demasiado humanos y personales.
Siempre que escribo estas mil palabras, me sumerjo en el dilema eterno: atiendo a unos o a otros. Y, como me ha ocurrido en otras oportunidades, doy espacio y oportunidad a mi corazón; y amplío mi horizonte, compartiendo y aprendiendo con nuevas lecturas y temas y autores que aún no he estudiado pero que están en la larga, larguísima lista de pendientes. Cuando he escrito acerca de la realidad política y social, he encontrado a quienes se sorprenden porque expreso mis críticas y mis preferencias.
Recientemente, estando en un supermercado en La Vega, choqué accidentalmente el carrito de compra con un señor. Al levantar la cara por el accidente, el señor me reconoció. Se detuvo ante mí y comenzó a hablarme de mis últimos artículos, haciendo incluso referencia a escritos de hacía varios meses. Contrario a otros lectores, amaba, ama todavía, mis artículos intelectuales como los humanos. Me decía que cada uno de ellos reflejaba a la mujer que tiene corazón, alma y muchas razones. Fue muy bonito ese encuentro casual que se convirtió en una cita. Salí contenta de esta conversación improvisada.
En definitiva, lo he dicho, mis Encuentros son del alma y la razón. Somos seres humanos que vivimos, pensamos y sentimos, y esa dimensión no la negocio con nadie. Expresar lo que se siente no tiene precio. No me importa reflejar mi vulnerabilidad, no me avergüenzo por ser mujer con dramas, pérdidas, alegrías, tristezas, frustraciones…; por ser sencillamente humana, que vive en un mundo específico, en un espacio particular y único como esta República Dominicana. Una mujer que se siente y forma parte de una sociedad global. Soy una mujer que ama con pasión la vida, sus vulnerabilidades y sus misterios.
Soy también una mujer que ama el conocimiento, que busca en las lecturas de obras saciar sus ansias por aprender, por conocer los frutos de otros amantes por la producción intelectual. Transitar por ese mundo desconocido, infinito, hasta que ya no me queden fuerzas, hasta que la vista me permita, hasta que…
Así pues, queridos lectores, en este año 2020 que apenas inicia, reafirmo mi convicción de que mis Encuentros serán del alma y la razón. Escribir sobre la lluvia y su impacto en mis emociones, como la expresión física de mis frustraciones existenciales. Expresar en mis escritos cómo los años te obligan a atesorar los recuerdos en cofres especiales del alma. Comunicar el impacto que provocan en mi alma ver a los seres que deambulan por las calles con las esperanzas destruidas, sin tener nada con qué alimentarse por lo cual tienen que vender sus propias miserias y vergüenzas.
Mis Encuentros también se orientarán a satisfacer, en parte, aunque sea una milésima parte, mi larga lista de pendientes sobre temáticas y autores que deseo profundamente conocer. Seguiré abordando el conflictivo e interesante tema de la identidad. Un concepto ambiguamente profundo que me mantiene en vilo. También seguiré trabajando sobre algunos autores que deseo profundizar en sus conocimientos. Tengo pendientes trabajar mejor la obra del gran historiador Fernando Picó; conocer mejor la producción intelectual de los historiadores españoles Pierre Vilar y Claudio Sánchez Albornoz. Investigar mejor sobre las nuevas corrientes contestarias de la historia. Y, finalmente, ahondar desde todos los aspectos posibles, la migración china al Caribe y a nuestro país. Es una deuda que debo cumplir por la memoria de mi padre, un hombre valiente que zarpó al mundo desconocido en búsqueda de mejor vida. Esta condición de hija de migrantes, me obliga a profundizar el tema migratorio y mirarlo más allá de las cifras, para llegar a las profundidades de los dramas de esas personas que lo abandonan todo para poder sobrevivir.
En fin, volver en el año 2020 a ser yo misma, como mujer y como escritora. Proponer en mis Encuentros pensamientos y sentimientos que se traducen en palabras, porque a veces lo que se siente no tiene manera de expresarse. Llegar hasta ustedes con las inquietudes de mi espíritu inquieto que desea conocer y navegar por los sinuosos senderos del conocimiento.
En fin, solo deseo expresar que agradezco al Dios de la vida la oportunidad de haber sido testigo de un nuevo año; de que sigo todavía acumulando días a mi existencia para volverme más sabia, más amiga de la tranquilidad contemplativa. De ser más consciente de que estoy en el hermoso atardecer existencial, y siento que ese privilegio me obliga a sentirme agradecida.