Debo asumir al recurso de las medicaciones por el respeto debido al alma/naque y las prevenciones que toda persona que avanza en este orden debe reconocer. Claro, si esa persona, mental y temperamentalmente se encuentra apta para ejecutar tan ponderado ejercicio.
¿A qué generación pertenezco, si saber eso tiene alguna importancia? No sé qué contestar. Nací a la vera del régimen de Trujillo, semanas antes, semanas después. Lo cierto – o lo que siento – es que ahora mismo pertenezco a la generación de las pastillas, es decir, de los “pastilleros”, por decirlo de alguna forma.
Consumo unas ocho pastillas diariamente. No lo estimo como si estuviera alcanzando una marca en la lucha por la sobrevivencia. ¿Debo decir que no lo asumo como un “récord”? Bueno…, ya está dicho de dos maneras diferentes.
Tomo cuatro tabletas por la mañana e igual cantidad al mediodía. Mas, en ese lapso, sólo consumo siete medicamentos diferentes, porque entre ellos, a la hora del almuerzo, se repite una de las grageas. Las otras tres son: multivitaminas, otra para dolores del cuerpo, y la última un tal “omega”. Son las asignaciones particulares de mi esposa, que no se pueden rechazar.
Reviso cuidadosamente los productos que recibo en la farmacia. Dejo para el final los datos del vencimiento de cada producto. Encuentro:
GTIN: 7468191031679;
LOTE: 15-0581
FAB: 151001
VENCE: 181030
En este punto no puedo traducir la “fraseología numérica”. Varias cifras huérfanas de signos reveladores: guiones, comas, puntos. Solamente el renglón LOTE coloca un guión entre el 15- y el resto: 0581. ¿Cómo entender esta numerología? En verdad, me preocupa la fecha de la caducidad del fármaco.
VENC: 181030
No lo discuto, pero me extraña. En español colocamos días – mes – año: 5-9-15= a cinco de setiembre del dos mil quince.
Sin embargo, en inglés es de otra suerte: primero el mes, a continuación el día y al final el año= 9-5-15. Lo que en un idioma va de una forma, en el otro se baila con diferente ritmo.
Así lo aprendí desde la primera escolaridad.
Recuerdo, hace dos o tres años, estuve en un encuentro que realizamos cada 28 de octubre, con motivo de un nuevo aniversario de la graduación de abogados de la promoción del 1955 (UASD). Llevé varios ejemplares de mi libro “Palabras para compartir”, volumen I, coedición de la Academia Dominicana de la Lengua y del Banco de Reservas. En el momento que creí oportuno comencé a dedicarlo al grupo de condiscípulos allí presentes. Suscribí cada dedicatoria con la fecha de aquel “junte”: 28-X-2013. En el momento en que entregaba al compañero de estudios, desde el segundo año del bachillerato y toda la carrera de derecho, Luis Eduardo Escobal Rodríguez, amigo muy apreciado, me dijo:
-¡Qué raro!. Tú escribes la fecha igual que yo= día-mes y año: 28-X-2013. El mes al centro y en número romano. Le contesté: – Eso nos identifica generacionalmente. Agregué: – Quizás algunas personas lograrán entenderlo de primera intención, como lo imprime el laboratorio, según lo interpreto:
VENC: 181030
Sin separaciones de puntuación, guiones ni comas. ¿Vence en el 2030? ¡Anjá! Curioso y preocupado, me concentro en los /números/ correspondientes a la fecha de fabricación consignada en la caja contentiva de las pastillas, que sirve, además, como información y seguridad en término del uso del “específico”. … Laboratorio, S.R.L. FAB. 151001.
Sin más nada en el renglón. ¿Cómo lo entiendo? Fabricación: año 2001-vencimiento: año 2030. ¿Treinta años para el vencimiento de la fórmula médica? Debí escribir “para el vencimiento de la fórmula mágica”.