De mujer herida a mujer medicina

De mujer herida a mujer medicina

“Madre, escribo a casa, estoy sola y quiero que me devuelvas mi cuerpo”.

Susan Griffin

Toda sanación es espiritual. Hoy día, las mujeres transitamos una búsqueda que nos guíe a la curación de una dolorosa herida: la mutilación de lo femenino. Lo femenino es la vía natural de la mujer que está vinculada con su esencia, es la fuerza que da vida, sana, restaura, reúne, nutre, cuida, fertiliza, crea y conecta. ¿Te parece demasiado bonito? Quizás, tú también formas parte de las que perdimos el camino de la sensibilidad.
Cuando una mujer ha abandonado su naturaleza actúa desde lo masculino: es determinada, decidida, autodependiente, autosuficiente, emprendedora y luchadora. Como el mundo de los hombres se expresa en la conquista, la estrategia y la competencia, ella se prepara para el combate sobrealimen-tando su intelecto, en detrimento de su corazón y sus relaciones.

El amor tiene su culminación en la relación de pareja. La pareja es el origen de las demás relaciones. ¿Puede una mujer entender a un hombre, cuando ella misma no entiende de qué se trata ser mujer? ¿Cómo se siente el hombre cuando su mujer “resuelve todo”? ¡Castrado! En el momento en que una mujer decide, busca, hace, soluciona, etc, manda el mensaje al hombre de “soy más fuerte y más poderosa que tú”.

Una mujer así está profundamente herida y no puede tener a un hombre que logre ocupar su lugar y cumplir con su función. Ella es quien expresa la fuerza de lo masculino. Desde ese lugar, sólo puede atraer parejas no disponibles, inmaduras, irresponsables, desentendidas, débiles, infieles y sin compromiso real, que le permitan seguir siendo como ella es.

¿Qué hacer cuando hemos caído en la trampa? Mi respuesta es: vuelve al origen. La visión de Dios es que los hombres y las mujeres somos iguales en valor, pero diferentes en funciones. Como sabes, lo que mantiene el valor de las cosas se fundamenta en la capacidad de responder a la utilidad para la que fueron creadas.

Toda mujer es una diosa. Lo femenino es vasija para la luz. La “súper mujer” reniega de ser pasiva, y en la carrera loca de hacer cada vez más, pierde su carácter sagrado. Nuestro cuerpo alberga un holograma que nos alinea con el centro de creación del Universo. Me gusta llamar a este centro “Útero Cósmico”.

Todo lo que nace requiere llegar al mundo por el canal de lo femenino. En la Antigüedad, las mujeres sabían cómo trasladar fuera de ellas el campo energético creador de sus matrices, y generar la vibración necesaria para dar vida (crear) algo nuevo. Hoy día, cada vez más mujeres enferman los símbolos de su feminidad: senos, úteros y ovarios. ¿No crees que debemos replantearnos lo que hacemos?

¿Dónde empezar? En la madre. Ella compartió su carne contigo, te cuidó, defendió y proveyó todo lo que necesitabas para desarrollarte. Ese es el mayor regalo que jamás has recibido. En un nivel profundo, si tienes quejas, críticas, juicios o culpas hacia la mujer a través de la cual recibiste la vida, buscarás expresarte desde lo masculino. ¿Cómo podrías identificarte con lo que desprecias?

Para conectar con la madre es preciso verla como niña. Darle un lugar a la historia de ella como la hija de tu abuela, hace más sencillo el proceso de reconexión. Tal vez, puedes inclinar la cabeza hacia tu corazón, en señal de honra, y decir en voz alta: “mamá, lo esencial me lo diste…ahora tomo la vida que vino a través de ti y hago algo bueno con ella”.

Repítelo en voz baja y respira. Con las manos en el corazón, dilo en un susurro y quédate en silencio por unos instantes, hasta que sientas la fuerza que llega a ti.

Una mujer medicina es la que cura y sana su pasado, la que ha recordado su herencia ancestral y la usa con sabiduría. Se mantiene conectada con lo sagrado por vía del ritual, la ceremonia, la intuición, el arte, la meditación, la oración, la contemplación y el silencio.

Es la que honra a todas las mujeres, porque reconoce en cada una de ellas una vasija sagrada para contener el poder del Creador. Respeta a los hombres porque sabe que ellos son el canal idóneo para recibir la Luz divina. Ella sabe que sólo el amor es real, así que entrega su corazón en cada una de sus acciones.

Regresar al camino de lo femenino me tomó más de cuatro décadas, así que no tengo tanta experiencia. Aún así, si lo aceptas estoy comprometida a compartir mi recorrido contigo. Estoy convencida del poder que se desata cuando las mujeres nos miramos como hermanas y nos apoyamos, compartimos historias, y nos ayudamos a pensar, a sanar y a servir a los demás.

¿Lo aceptas?