Los miembros de la Junta Central Electoral (JCE), que tienen sobre sus hombros una responsabilidad histórica crucial para la institucionalidad democrática de este país, dicen sentirse satisfechos por el desempeño que han tenido en la preparación del proceso electoral.
Ese ha sido el testimonio expresado por Luis Arias Núñez, presidente del Pleno de dicho tribunal, durante su comparecencia, ayer, en el almuerzo del Grupo de Comunicación Corripio, en el que estuvo acompañado de los magistrados Nelson Gómez, presidente de la Cámara Administrativa; Salvador Ramos, de la Contenciosa, y Luis Nelson Pantaleón González, Rafelina Peralta, Roberto Rosario, José Luis Tavárez, Rafael Díaz Vásquez y Ramón Hernández Domínguez, así como del director nacional de Elecciones, ingeniero Gilberto Cruz Herasme.
Estas expresiones deberían transmitir al electorado del país y a los observadores nacionales e internacionales una sensación de confiabilidad y seguridad en cuanto a que las elecciones del domingo recogerán única y exclusivamente la voluntad manifestada a través del voto.
Han expresado confianza en el «padrón» elaborado mediante consenso con los partidos, en la fiabilidad y seguridad del sistema de cómputos, en la distribución oportuna de materiales y logística y en la seguridad de que la data resultante de las votaciones estará protegida contra alteraciones.
No hay, se deduce de estos testimonios, motivos para temer que puedan tener éxito algunos intentos por alterar los procedimientos de la JCE.
[b]II[/b]
Aún con toda esa tranquilidad que inducen las expresiones de los miembros de la JCE, hay motivos para estar alertas porque, de la misma manera que el trabajo del tribunal electoral está dirigido a garantizar la integridad del voto, el coordinador de la Comisión de Seguimiento, monseñor Agripino Núñez Collado, ha externado el temor de que fuerzas ajenas a la Junta se empeñen en dañar el proceso. Cómo, cuándo y de qué manera se intentaría este daño nadie lo sabe, pero ello obliga a una vigilancia permanente pues, a juicio de este representante de la Iglesia Católica, el intento de imprimir una copia del «padrón» en horas inoportunas indican que hay ese interés malsano.
El trabajo que motiva la satisfacción de los miembros de la Junta es precisamente lo que debe inspirar alerta, celo, vigilancia y todo género de pruebas y experimentos que permitan comprobar su seguridad, su inmunidad ante esos intereses que preocupan a la Comisión de Seguimiento.
No se trata de dar preminencia al espectro del fraude, sino de velar porque el mismo no tenga oportunidad de entorpecer un proceso cuyo éxito quiere y persigue la gran mayoría de los dominicanos.
A tres días de las elecciones, corresponde que todos nademos entre la tranquilidad que transmiten las expresiones de los miembros de la Junta y las turbiedades que motivan los temores externados por el coordinador de la Comisión de Seguimiento, para garantía de la diafanidad y el éxito de este proceso vital para nuestra vida democrática.