Con un bajísimo margen de error, podría afirmase que pocos grupos humanos en el mundo han logrado desarrollar tantas habilidades para crear, mantener y multiplicar sus bienes materiales, como las que exhibe la élite empresarial dominicana. A juzgar por los hechos, los viejos y jóvenes empresarios dominicanos son diestros multiplicando sus riquezas. Igual que los políticos, para alcanzar determinados objetivos emplean todos los atajos a su alcance y practican de manera continua el fin justifica los medios.
Las emociones, los sentimientos, las expectativas de vida y el tipo de diversión, que rodean el hábitat de la élite empresarial dominicana, son factores muy parecidos a los que caracterizan a los millonarios que actúan en producciones cinematográficas, tales como: El Hoyo, Los Juegos del Hambre, Elysium, El Juego del Calamar, entre otras. Cada una de estas películas visibiliza distintas facetas de la extraña y compleja conducta de los que tienen mucho dinero, pero no les sirve para llenar su vacío existencial.
La historia del capitalismo dominicano muestra las travesuras, las acciones ilícitas, los atajos, las bellaquerías, las infracciones y las indelicadezas en las que ha incurrido la clase empresarial, como parte de los medios empleados para crear, mantener y multiplicar sus riquezas materiales. En este ámbito, es como ha dicho el escritor francés del siglo XIX, Honoré de Balzac: “Detrás de toda gran fortuna siempre hay un crimen”.
No es necesario realizar una consulta profunda a las bien sistematizadas reflexiones del economista Thomas Piketty, en torno al capital del siglo XXI, para entender que detrás, en el medio y delante de las riquezas materiales que disfruta y exhibe la élite empresarial dominicana, subyacen jugadas deliberadas perversas, las cuales son cubiertas cuidadosamente con el manto de la impunidad y la complicidad del liderazgo político y social. El mejor recurso didáctico para explicar la carpintería que sustenta las riquezas materiales de los viejos y jóvenes empresarios dominicanos, es el ajedrez.
Para mantener y multiplicar sus bienes materiales, la élite empresarial dominicana ha dejado bien claro que es capaz de comerse un tiburón podrido sin eructar. Es una especie humana acostumbrada a comerse la masa y también los huesos. Su alma y corazón no son misericordiosos. Además, son indiferentes ante las continuas calamidades que padecen los que nada tienen. En pocas palabras, parecería que la élite empresarial de República Dominicana, está hecha con la dureza y resistencia del diamante y de la seda de araña
Siempre ha sido igual, la élite empresarial dominicana no come cuento con sus bienes materiales y mantienen un afán más allá de lo normal por acumular riquezas que no comparte. Muchas de las jugadas desarrolladas por la clase empresarial dominicana, para crear, mantener y multiplicar sus bienes, son similares a las que implementan jugadores profesionales de ajedrez. Por ejemplo: visitas continuas al palacio presidencial en busca de que el presidente de turno les apruebe una determinada ley (Ley 87-01), comprar la conciencia de dirigentes laborales para que voten a favor de sus intereses (CNSS), arrendar al Estado grandes porciones de tierra a precio de vaca muerta, así como pagar grandes cantidades de dinero a intelectuales, periodistas, comunicadores sociales, comediantes, economistas, abogados, diputados, senadores, jueces, etcétera, con el propósito deliberado de que actúen y hablen para beneficiar sus riquezas.
La participación de la élite empresarial dominicana, tiene un alto nivel de incidencia en el presente y futuro de los principales ejes estratégicos de desarrollo: la educación, el modelo económico, los servicios públicos, la seguridad social, las inversiones públicas, las prioridades legislativas, la institucionalidad del sistema judicial, entre otros. En su ajedrez, los viejos y jóvenes empresarios dominicanos, compran los talentos de poetas, escritures, directores y editores de los medios de comunicación, juristas y de personas públicas que se disfrazan de honestidad y solidaridad, con la finalidad de usarlos como alfiles.
Recuérdese, en el juego de ajedrez el rol estratégico de los alfiles consiste en proteger al rey y a la reina. En este orden, según los expertos de este entretenimiento, el alfil es la representación del asesor de guerra o espiritual que ayudaba a la realeza. De hecho, la forma de su extremo superior hace referencia a la mitra, el gorro típico de los obispos. En ocasiones, los alfiles que defienden a capa y espada los intereses de la élite empresarial dominicana, confunden el origen de su procedencia socioeconómica.
Tomando como punto de referencia algunos indicadores cualitativos psicosociales del comportamiento humano, es entendible que determinados individuos, con evidentes trastornos de adaptabilidad social, suelan negar las condiciones y características de sus linajes familiares. Esta metamorfosis provoca en algunos sujetos un delirio de creerse que pertenece a una clase social superior a la suya. Por esta razón, se observa como determinados personajes de clase media y media alta, asumen la misma arrogancia, prepotencia, megalomanía, hipocresía e imagen pública, que caracteriza a los miembros de la élite. ¿Cuáles son y de dónde provienen los alfiles blancos que usa la élite empresarial dominicana para que protejan sus enormes riquezas materiales?
En resumidas cuentas, la crisis reputacional, de credibilidad y de imagen pública que bordean las decisiones, actuaciones y opiniones de la élite empresarial dominicana de estos tiempos, no es posible subsanarla con estrategias mediáticas de comunicación, ni realizando lobbismo en las Cámaras de Diputados y Senadores, ni redactando y publicando artículos parcializados de opinión y, menos aún, contratando a comediantes y a comunicadores para que les transmitan mentiras y medias verdades a las audiencias. En la coyuntura actual, no basta con que los viejos y nuevos empresarios dominicanos, pacten con conocidos y talentosos alfiles criollos y extranjeros, buscando con ello proteger sus bienes materiales.
En síntesis, es como ha expresado el periodista-investigador, Esteban Rosario, “Los grupos económicos y familiares son los dueños de la República Dominicana. Controlan el país y sus instituciones. Concentran la riqueza nacional. Tienen todos los privilegios del Estado. Reciben incentivos, exoneraciones y tienen al alto nivel de impunidad. Violan las leyes y no son apresados. Circulan entre sí en las empresas públicas y privadas. El Congreso Nacional está bajo su control. Los partidos políticos son sus prisioneros. Se casan entre sí y su base de sustentación es el monopolio. 4 Administradoras de Riesgos de Salud (ARS) controlan el Seguro Familiar de Salud, 5 Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) dominan la seguridad social…”. (2008).