El cercado de los ciervos
Monte vacío;
no se ve a ningún hombre.
Sólo se oye
resonar la voz humana.
Sol que se pone
penetra el profundo bosque:
Aún reluce
la luz sobre el musgo verde.
Wang-Wei
La glorieta de los bambúes
Sentado solo, entre los bambúes,
toco la cítara y silbo un buen rato.
Bosque profundo, los hombres me ignoran.
La luna clara se acerca y me alumbra.
Wang-Wei
La isla de Formosa o isla de Taiwán cuenta con casi 36,000 km², y apenas a unos 120 kilómetros del continente, de la China continental. Y desde que Chiang Kai-shek tuvo que refugiarse allí en 1945. Cuatro años más tarde, en 1949, fue creado un nuevo Estado que se denominó República China de Taiwán.
Las contradicciones entre el Partido Comunista Chino, liderado por Mao Zedong, y el Partido Nacionalista Chino, conocido como Kuomintang que había nacido bajo el liderazgo del doctor Sun Yat-Sen, se hicieron más que insostenibles. La ruptura entre estos dos titanes era más que evidente. Al morir Sun, su liderazgo pasó al general Chiang Kai-shek, que tenía una visión muy conservadora de la política, profundamente anticomunista, con capacidad de liderazgo, convirtiendo a Taiwán en pocos años en una nación próspera, a pesar de estar tan cerca de su archi enemigo, la República Popular China.
La periodista Macarena Vidal, aguda periodista del periódico El País[1], señalaba, qu, para poder entender la situación de China y Taiwán, había que remontarse al año 1927 y el inicio de la guerra entre el entonces gobernante Partido Nacionalista Chino o Kuomingtang y el Partido Comunista.
Afirmaba en ese interesante artículo, que solo habían transcurrido 15 años desde la abdicación del último emperador y luego de intensos años de combates, los comunistas, liderados por Mao, terminaron haciéndose con el control de la mayoría del territorio.
Así surgió una muy especial república China, ubicada muy cerca, más que cerca de la República Popular China, su archi rival y enemigo. Un nuevo país con una visión anticomunista, que asumió como su norte la economía del libre mercado. Esta fisura en una gran área de influencia en el corazón de la Guerra Fría, hizo que las potencias imperiales, especialmente los Estados Unidos, se volcaran para ayudar a la nueva república. Incluso Naciones Unidas y la mayoría de los países occidentales consideraban al Gobierno de Taipéi como el Gobierno legítimo de China.
Desde su nacimiento hasta 1987, la nueva república estuvo oficialmente en guerra, por tanto, se impuso la limitación de las libertades civiles y políticas de la población. Chiang Kai-shek gobernó el país con mano dura. Murió en 1975. Fue sucedido por su hijo Chiang Ching-kuo, quien, a diferencia de su padre, aplicó una política de mayor apertura y democratización.
Uno de los primeros países que estableció relaciones diplomáticas con la nueva república fue nuestro país a finales de la Era de Trujillo. Al principio no fue bien acogida por la colonia china, pero con el tiempo, se ganó el apoyo. En la actualidad, solo 19 de los 193 miembros de la ONU –incluyendo 11 naciones de América Latina y el Caribe– reconocen oficialmente al Gobierno de Taipéi. Los 20 países que reconocen a Taiwán
· América: Belice, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, Nicaragua, Paraguay, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas.
· África: Burkina Faso y Suazilandia.
· Europa: Ciudad del Vaticano
· Oceanía: Islas Marshall, Islas Salomón, Kiribati, Nauru, Palaos y Tuvalu.
Nadie puede negar que Taiwán, independientemente de su posición política y sus alianzas con los sectores de poder en el mundo occidental, supo construir a partir de la nada, crecer en medio de un ambiente adverso, con su principal enemigo muy cerca. En pocas décadas la nueva república no solo había podido hacerse, sino, y, sobre todo, ser un modelo de desarrollo en todos los planos, y con un desarrollo tan sistemático que era capaz de desarrollar una política de cooperación a sus países aliados. República Dominicana fue uno de sus principales beneficiarios.
Según las fuentes de hoy, la República China de Taiwán tiene más de 23 millones de habitantes, con un PIB de más de US$631,200 millones, con un su PIB per cápita de US$27,600.
Marisela Connelly, una importante historiadora mexicana, escribió el libro “Historia de Taiwán” que publicó el Colegio de México en el año 2014, que constituye una obra de vital importancia para entender la existencia de las dos repúblicas chinas, la grande-inmensa que gana terreno en todo el mundo y la pequeña, que antes tenía el apoyo del capital internacional, cada vez pierde más apoyo en todo el mundo. Taiwán está acorralada. De esta situación no hay ninguna duda.
En el libro la investigadora hace un largo recorrido de Taiwán, desde que se configura, hasta que se convierte en colonia japonesa, para volver a ser parte de la China continental; Taiwán como el lugar natural para el surgimiento del nacionalismo político, pasando por las luchas y por supuesto, su creación como nación y los problemas actuales.
La historiadora Marisela Connelly estructuró su estudio, además, tomando en cuenta cuatro elementos: la demografía, la importancia adquirida como centro de comercio en Asia del Este, los procesos políticos internos y las relaciones con China. Un elemento importante es que la investigadora resalta la constante migración de chinos continentales hacia la pequeña isla de Formosa. A lo largo de su obra, la migración china a la isla ha sido un aspecto estructural en el desarrollo histórico de la isla. Estas oleadas migratorias contribuyeron a conformar las características de la isla en los aspectos económicos y políticos.
Otro aspecto importante que destacaba la historiadora en su obra es el papel económico de la isla. Quiérase o no, Taiwán es una potencia comercial, que se ha especializado en la producción y comercialización de productos de alto valor tecnológico. Señalaba que, durante su corta historia como nación independiente, la pequeña república había vivido varias etapas en su desarrollo; y que a partir de los años 1990 se había producido una creciente interdependencia con la China continental; a pesar de los desacuerdos políticos, ambas economías están íntimamente interconectadas.
Un elemento importante es que, a partir de los años 90, hubo una apertura política. Comenzaron a instrumentarse las reformas políticas que permitieron la creación del Partido Democrático Progresista, un partido de oposición que obligaba a la flexibilización de la vida política al interior de la nación. Los historiadores están de acuerdo de que durante el período de Li Denghui (1988-2000), que era miembro del Guomindang fue que inició la apertura. Fue sustituido por Jiang Jingguo, quien representa el inicio de una nueva época en la vida política de Taiwán. Hubo en este proceso, afirma la investigadora, un cambio generacional en la vida política de la nación. Pero el tiempo se agotó y proseguiremos en la entrega siguiente. Hasta la próxima.
[1]https://elpais.com/internacional/2017/06/13/actualidad/1497329309_106971.html