Una machacona consigna de “los desbandados” es que la misión de la literatura de tiempos por venir sea “abrir brechas para los mirones”. Entienden que los escritores deben correr “cortinas y telones” para dejar expuestas las “miserias del mundo”. Los desbandados no querían formar parte de ningún “grupo literario de vanguardia”, pues ellos no constituían “una banda” sectaria, militante, regida por algún manifiesto artístico. Pero celebraban reuniones y lanzaban sus opiniones a través de las redes de “Internet”. Poco a poco, los desbandados se fueron convirtiendo en una banda compacta, partidaria de una “nueva literatura”. Para los desbandados, el literato debe ser un “voyeur”, un fisgón que aceche por una brecha la conducta de la humanidad.
Según los desbandados, la vida social de hoy está sellada o tapada, oculta por una frondosa maleza publicitaria. A modo de ejemplo, uno de ellos explicó en reunión informal: hoy nadie se atreve a decir la verdad; a quien dice la verdad “les caen todos arriba”. Decir verdades siempre fue un atrevimiento; ahora es correr un riesgo que puede implicar “desmembramiento” en la plaza pública. Las ideas reinantes tienden al eufemismo; a los inválidos debe llamárseles discapacitados, a los ciegos invidentes; los viejos, son adultos mayores. Los asuntos relativos a las operaciones económicas y a las preferencias sexuales, también han encontrado nuevas denominaciones sustitutas.
“Los desbandados” piensan que se ha extraído de las palabras su antiguo valor expresivo; que han quedado prohibidas algunas de las viejas; y muchas de las nuevas son toldos lingüísticos para disimular el verdadero sentido de los vocablos. Esa reducción de la calidad del significado, afecta la política, la literatura, la convivencia toda; la verdad es eludida por autocensuras convenientes y por eufemismos acuñados para halagar grupos sociales específicos. La verdad queda desplazada a la “intimidad estricta”.
Corredores de negocios, agentes vendedores, mercadólogos, han sacado de circulación la verdad. Todos declaran: lo importante es vender. Cualquier otra cosa es superflua. Explicar las cosas como son, “no vende”; al público hay que decirle lo que quiere oír. Nuestros productos son buenos, baratos, legítimos, saludables. Por eso les llamamos: primeros, únicos, reyes, campeones. La verdad escapa hoy por tres orificios. Los desbandados no se cansan de repetirlo.