¿Debemos cambiar nuestra alimentación durante las olas de calor?

¿Debemos cambiar nuestra alimentación durante las olas de calor?

Mantenerse hidratados es fundamental para mantener una buena salud bucodental. EFE/Salas

Antes las frecuentes olas de calor y las altas temperaturas del verano, la profesora del Grado de Nutrición y Dietética de la universidad online de La Rioja UNIR, Carmen González Vázquez, nos habla sobre la alimentación que debemos llevar a cabo para sobrellevar la época estival.

Antes de ofrecer recomendaciones más concretas, la experta recuerda la gran importancia de estar bien hidratados.

Pese a que siempre se debe beber agua, en verano y épocas de altas temperaturas es más necesario aún.

Adiós, “dietas milagro”

Las vacaciones, como recuerda la profesional, son un momento en el que la mayoría de personas desean estar esbeltas y ponerse el bañador “cómodamente”. Es por este motivo por lo que proliferan las “dietas milagro”.

Este tipo de regímenes, conocidos por restringir mucho la ingesta energética diaria (en kilocalorías), son perjudiciales siempre para nuestra salud, pero sobre todo, con las altas temperaturas.

La nutricionista alerta de que, cuando hace mucho calor, nuestro cuerpo necesita especialmente estar bien nutrido e hidratado.

Las altas temperaturas afectan a nuestro cuerpo haciendo que se dilaten los vasos sanguíneos, haya una sudoración mayor, se genere estrés y fatiga… Si hacemos una “dieta milagro“, podemos tener consecuencias más negativas aún en nuestro cuerpo como la retención de líquidos, el sufrir hipoglucemias, lipotimias o bajones de tensión, entre otras.

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Ante las olas de calor, es fundamental estar bien hidratado. EFE/Jorge Zapata

Falta de apetito

Otra de las consecuencias de las olas de calor en la alimentación es la falta de apetito.

Hay personas en las que no tener tantas ganas de comer se vuelve frecuente durante épocas de altas temperaturas, por lo que la profesional de la nutrición nos da algunos consejos para sobrellevar este hecho.

Carmen González indica que lo mejor en estos casos es realizar pequeñas comidas, nutritivas e hidratantes, repartidas a lo largo del día.

Si habitualmente hacemos tres comidas y sufrimos una pérdida de apetito en verano, podemos llevar a cabo seis más livianas.

Recuerda la experta que a veces la falta de apetito genera también una falta de sensación de sed y esta, a su vez, más cansancio. Para no caer en este bucle, debemos realizar pequeñas comidas y mantenernos bien hidratados bebiendo la suficiente cantidad de agua.

¿Comer frío o caliente?

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Lucir en traje de baño propicia caer en alguna de las “dietas milagro”. EFE/ Jorge Zapata

Pese a lo que podamos pensar, no es fundamental tomar platos o comidas frías para refrescar el organismo.

La profesora explica que nuestro cuerpo suele encontrarse a una temperatura de entre 36,5 y 37 grados en condiciones normales y que los alimentos que entren en nuestro organismo tiene que atemperarse.

Es por este motivo que cuanto más fría esté la comida que elijamos tomar, más energía va a requerir nuestro organismo para calentarla.

“Toda la energía que generamos en atemperar un helado, por ejemplo, va a generar aún más sensación de calor. Esa sensación de refrescarse porque nos tomamos un granizado, al cabo de un rato no es tan agradable porque se genera más calor interno”, recalca Carmen González.

Principales riesgos

Al igual que recomendaciones, también la profesora de la UNIR nos previene sobre los principales riesgos de no llevar una buena alimentación durante las olas de calor.

En primer lugar, debido a la falta de apetito, podemos caer en desordenar nuestro hábitos alimenticios, ya sea por la pérdida de rutina, horarios variables… La nutricionista explica que una de las principales consecuencias de este desorden puede ser el “picar” entre horas.

Tomar snacks entre comidas debe estar controlado, ya que podemos perder la referencia de un patrón saludable de alimentación e ingerir alimentos ultraprocesados llenos de azúcares con más frecuencia.

Asimismo, alerta de que la ingesta calórica no debe variar demasiado de invierno a verano. Es decir, podemos cambiar gastronómicamente hablando nuestras recetas, pero no bajar en exceso el consumo energético.