De nuevo, las lluvias han puesto en evidencia la vulnerabilidad del Gran Santo Domingo ante eventos naturales que ponen a prueba y hacen colapsar el tráfico y el transporte, el sistema de drenaje pluvial y, esta vez como pocas veces, el manejo de los residuos sólidos. Esta circunstancia se ha manifestado en todo el litoral marino con una mezcla de materias orgánicas vivas y en descomposición con decenas de toneladas de plástico de todo tipo flotando en el mar frente el Malecón, el más emblemático paseo marítimo del Caribe, que han producido una mancha compacta de varios kilómetros
Una atenta observación de esa mácula a todo lo largo del litoral del Malecón en los momentos de grandes aguaceros se va agrandando con el paso del tiempo. Crece conforme se ensancha la degradación urbana en el Gran Santo Domingo, pero en la medida que se acentúa el crecimiento espacial y poblacional de esta gran urbe y con el fenómeno de los sargazos, el problema se torna más recurrente.
Y no solo por esto, sino también por el incremento poblacional en zonas de sectores de altos y media nos ingresos y de gran diversidad de actividades productivas, formales e informales cuyos residuos terminan en los ríos.
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Además, hasta dónde es correcta la percepción/afirmación de que la recurrente sombra de sucio frente al Malecón es producto del desaprensivo manejo de los residuos sólido de la población pobre de las zonas degradadas. Y, si lo fuera, ¿tienen sus viviendas y entornos las condiciones espaciales y que les permita un mejor manejo de los desechos que producen. Mike Davis advierte que la pobreza que se desborda y expande en todo el tejido espacial de las ciudades puede llegar a afectar un 45-50% de la población urbana total. Como consecuencia de la pandemia, en los tres primeros años de esta década, según datos oficiales, en el Gran Santo Domingo, más del 30% de la población del país, se ha incrementado el número de pobres en aproximadamente un 0.50%.
Preguntémonos de cuánto habrá sido el incremento de la desigualdad, que es expresión más afrentosa de la pobreza. Por tanto: 1° no solo es el desborde de eventos naturales lo que produce episódicos colapsos de la ciudad, sino en última instancia, las desigualdades espaciales y sociales que la lastran y 2°, es cierto que limitar la corrupción para hacer más con menos recursos expresa calidad del gasto, pero esto es sostenible solo si el grueso de la inversión pública se hace partiendo de los centros urbanos y sus entornos rurales, uno de los objetivos del Hábitat III, y con autoridades locales capaces de hacer socialmente rentable esa inversión.