Del klok con klok al dame luz, ¡enserio!

Del klok con klok al dame luz, ¡enserio!

A diario escuchamos, en uno o diversos tonos y espacios, frases como éstas: «qué lo qué, dame luz, dame hilo, suéltame en banda, tumba eso, una vaina vacana, tú ta cloro, no me dé cotorra, te vas a poner bruto, la macate, vete a diez, atrás del último, tenemos to, me quité»…Esta situación puede ser afrontada conscientemente desde diversos puntos de vistas, sin embargo, basta con analizar qué empuja a esta perspectiva lingüística, quién media para que los hablantes se identifiquen con estos términos y frases, por qué recurrir a otras alternativas para quebrar la armonía y el equilibrio desde lo oral.

Debemos precisar que no se puede concebir la lengua fuera de su dualidad «objeto y espacio»; lengua y cultura. La lengua es cultura, y la cultura como la lengua apunta a lo diacrónico (evoluciona, cambia en el tiempo) . Toda actividad lingüística se vale del contexto, por tal razón el que está fuera de objeto, está fuera de contexto, es por ello, que una cantidad importante de hablantes por no poseer estas competencias comunicativas (muchas veces por incomprensión de los términos), lo rechazan.

«Tírame, soy la para, vamo al jangueo, demagogo, desafinaste, tú ta rabia»…La lengua no puede verse como una cárcel que prohibe el uso de opciones o alternativas al hablante. Hace décadas, la UNESCO sugirió del derecho que poseen los hablantes en desventajas del manejo de competencias comunicativas más complejas a expresar libremente sus mensajes. Así, los que tienen menos oportunidades educativas están en condiciones inferiores en el manejo de las competencias lingüísticas dominantes dentro de un espacio social más culto, no por deficiencia cognitiva, sino, porque existe una brecha entre el marco de las relaciones sociales y el contexto de las relaciones de macropoder. El entorno social y cultural del hablante se constituye en mediador entre el lenguaje, la cognición y la conducta del sujeto.

La sociedad discrimina el uso de la lengua; establece lo que bien puede decirse y lo que no. Es por ello, que en la medida en que el hablante se sienta coartado, o restringido en la producción de la actividad comunicativa, asume una postura irreverente que lo empuja, primero a la ambigüedad, y luego a romper con su cultura, a lo que el idioma es mucho más susceptible dada la frecuencia de su uso.

Isabel Allende en Cuentos de Eva Luna, argumenta: » Ese día, Belisa Crepusculario se enteró que las palabras andan suelta, sin dueño, y cualquiera con un poco de maña puede apoderárselas para comerciar con ellas». El significado de las palabras se fundamenta sobre estructuras conceptuales que reflejan las categorías mentales con las cuales la gente se ha formado desde su experiencia de madurar y actuar en el mundo. Tener una lengua sin significado, sería tener pulmones sin aire.

El ser humano experimenta nuevas realidades, las cuales debe denominar, y ésto a su vez implica la posibilidad de olvidar realidades viejas. Dada la diversidad que presenta la oralidad no existe una lengua oral estándar, es por ello que debe crearse un ambiente de armonía, tolerancia y respeto para que cohabiten las diferentes manifestaciones sociodialectales.

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