El argentino Juan Martín del Potro devuelve un tiro ante el belga David Goffin en el torneo de Basilea, Suiza, el jueves, 27 de octubre de 2016. (Georgios Kefalas/Keystone via AP)
Madrid.- El equipo argentino, ya campeón de Copa Davis, tiene en Juan Martín del Potro el líder que necesitaba, un estandarte y el jugador motivador que ha propiciado que esta selección ocupe un lugar en la historia de este deporte, algo que buscaban desesperadamente.
Todo le ha llegado a Del Potro en la misma temporada. Su primer título en Estocolmo, después del de Sydney 2014, el 19 de su carrera, después de tres años de lucha con operaciones en sus muñecas, la gloria de la medalla de plata en los JJ.OO. de Río de Janeiro, donde fue capaz de vencer a Novak Djokovic, siendo el serbio número uno entonces, en primera ronda, y a Rafael Nadal en semifinales, cuando el español era quinto.
La lista de muescas en su raqueta reúne también la victoria sobre el suizo Stan Wawrinka en Wimbledon, cuando ocupaba la quinta plaza, y la épica que logró ante el británico Andy Murray las semifinales de Copa Davis en Glasgow, cuando el de Dunblane era segundo del mundo, aunque ya apuntaba al trono de la ATP.
El campeón del Abierto de EE.UU. en 2009, ha cerrado el año con un partido para enmarcar, venciendo al croata Marin Cilic, quinto, en el cuarto duelo de la final de Copa Davis y posibilitando que Federico Delbonis cerrara con su aplomo ante Ivo Karlovic para que toda Argentina explotara de alegría.
Su raqueta, una de las que ha utilizado este año, y con la que venció a Cilic, está ya en poder de Diego Armando Maradona.
Fue el premio al fervor de “El diez”, en el palco del Arena Zagreb este fin de semana por su dedicación, entusiasmo y fe, sobre todo fe, algo que impulsó al equipo que ha reunido Daniel Orsanic.
En el conjunto argentino ya no hay fisuras, como sucedió en la final de Copa Davis en Mar del Plata contra España en 2008, cuando tuvo más cerca que nunca el título.
Allí, en aquel escenario del Polideportivo Islas Malvinas, el grupo que entonces dirigía Alberto Mancini se encontró con dos figuras, Del Potro y David Nalbandian, y con todo a favor para destrozar a un equipo español dirigido por Emilio Sánchez Vicario, que no pudo contar con Rafael Nadal.