Fueron seis meses de movilización social, 14 jornadas de huelga y manifestaciones contra la reforma a las pensiones impulsada por el presidente Emmanuel Macron. La juventud estuvo presente de la primera a la última manifestación. Aunque la jubilación es un asunto lejano, jóvenes encontraron en esta ola de protestas sin precedentes el escenario propicio para organizarse políticamente.
Pese a la protesta ciudadana, la ley que prolonga a 64 años la edad para jubilarse fue aprobada sin la votación del Parlamento y entrará e vigor el primero de septiembre. Sindicatos y ciudadanos no bajan la guardia. El martes 6 de junio volvieron volcarse a las calles para exigir por enésima vez la derogación de la reforma. Allí estaban nuevamente jóvenes a la cabeza de una lucha, aparentemente ajena, que hicieron suya.
“Yo no pienso en la pensión. Yo me preocupo por los otros, pero eso me parece algo muy lejano”, admite Rose Amélie, una joven de 23 años que acaba de terminar sus estudios de periodismo y colabora con el semanario independiente Politis.
Para la joven periodista, más que la jubilación encontrar un trabajo es su mayor incertidumbre: “¿Acaso tendré una pensión algún día? ¿Voy a tener un trabajo algún día? Hay tantos problemas ligados a la precariedad cuando uno es joven”.
En esta ola de protestas, la juventud francesa se organizó y reorganizó y estuvo en la primera línea de la batalla para echar atrás la reforma del gobierno que aumenta la edad de la jubilación en Francia. Estudiantes universitarios, bachilleres y jóvenes obreros se agruparon en el movimiento trotskista Revolución Permanente. Carla Biguliak, profesora de español, hace parte de esta naciente organización política de izquierda. Ella cree que el movimiento ha sido derrotado por la manera como el gobierno de Emmanuel Macron impuso su reforma.
“Sí, es una derrota. Para nosotros lo más importante es seguir en las calles mostrando que el verdadero camino está en la fuerza de los trabajadores, en sus lugares de trabajo, porque claramente hasta ahora ya mostraron que no podemos confiar en las instituciones para poder ganar contra esta reforma. Para mí el problema de las calles es que fueron jornadas, días de huelga bastante alejados unos de otros y sin un plan claro, sin una estrategia clara para ganar que podría ser llamando una gran huelga general», explica.
En esta última de 14 marchas de protesta, el 6 de junio, dos días antes de la fecha prevista para que la Asamblea sometiese a votación el proyecto que propone derogar la ley del gobierno aprobada sin la votación del Parlamento y bajo el amparo legal de un poder constitucional que posibilita evadir al Legislativo.
Pero el texto de la oposición, vaciado ya de su contenido, no será sometido a votación finalmente por los diputados. Así lo hizo saber, horas después de la manifestación, la presidenta de la Asamblea Nacional, Yaël Braun-Pivet. Así las cosas, la cuestionada ley de pensiones del gobierno entrará en vigor el 1 de septiembre. No obstante, los sindicatos rechazan hablar de derrota. A sus 23 años. Eleonor Schmidt es la portavoz de la Unión de Estudiantes, un nuevo sindicato también surgido en este proceso.
«Por supuesto que no es una derrota. Por lo menos no para la juventud. Al contrario, hubo un salto, un salto democrático, un despertar democrático en las últimas semanas, como una sed de justicia social. Y creo que eso hay que capitalizarlo. Para empezar: obtener el retiro de la reforma si continuamos movilizándonos. Pero, además, esto que estamos haciendo hoy vale la pena para el futuro. Demostrar que el pueblo no permite que le pasen por encima, como intenta hacer Emmanuel Macron. Y eso es muy importante y ahora hay que darle continuidad y nosotros lo vamos a hacer en las universidades al regreso de las vacaciones”
54% de los franceses siguen exigiendo el retiro de la ley del Gobierno, según una encuesta realizada hace seis días.